Pese a ser fuente de inspiración del cine, la literatura y el feminismo, la historia bíblica de la reina de Saba es seductoramente breve. "Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande", explica el Primer Libro de los Reyes, en el segundo versículo del capítulo 10. Hacia el versículo 13, el enigmático personaje ya se ha despedido de Israel cargado con algo que puede ser cualquier cosa, desde piedras preciosas hasta descendencia real: "Y diole el rey Salomón a la reina de Saba todo lo que deseaba, pidiera lo que pidiera, aparte de lo que le dio de su tesoro real. Y así ella regresó a su país". Ahora bien, ¿adónde regresó la reina? "La reina regresó a Yemen", afirman en Yemen. "La reina regresó a Etiopía", aseguran también en Etiopía. La disputa ha quedado ahora resuelta.

Al desvelar uno de los mayores misterios de la antigüedad, un equipo arqueológico alemán le ha dado la razón a los defensores de la tesis del país africano. La Universidad de Hamburgo anunció ayer que "un grupo de científicos han encontrado durante una investigación llevada a cabo en primavera el palacio de la reina de Saba, datado en el siglo X antes de nuestra era, en Axum-Dungur". Allí, en la ciudad del norte de Etiopía, capital religiosa de la Iglesia ortodoxa, bajo el palacio de un rey cristiano, estuvo el santuario de la mujer a la que Gustave Flaubert, en La tentación de san Antonio , hizo decir: "No soy una mujer, sino un mundo". Poca broma.

LA CONVERSION Según los comentaristas bíblicos, la reina se marchó de Israel con algo más que el "tesoro real": la politeísta Saba se convirtió al monoteísmo de Salomón. De ahí que la comunidad falasha, los judíos de Etiopía que en los años 80 y 90 emigraron a Israel para ocupar el último peldaño laboral en el país judío, echen mano de esta historia para explicar su milenaria presencia en el cuerno de Africa. Y de ahí, también, que los arqueólogos señalaran ayer que en el palacio descubierto "pudo estar custodiada el arca de la aianza", el mueble donde presuntamente estaban guardadas las tablas de los 10 mandamientos que Dios entregó a Moisés.

Más allá de que el templo es el de Saba, todo son cábalas. Dicen los arqueólogos que un palacio anterior fue trasladado por el supuesto hijo de la reina y Salomón, Menelik I, a su enclave actual para que estuviera orientado hacia Sirio. Menelik, especulan los científicos, habría abrazado por aquel entonces el culto a Sotis, que veneraba a la estrella más brillante del cielo nocturno vista desde la Tierra. Años antes de esta nueva conversión, según el Kebra Negast o Libro de la Gloria de los Reyes de Etiopía, su madre había comparado al sabio monarca con "la estrella de la mañana en la noche".