Francisco Ayala, "un hombre universal" y "escritor imprescindible", muerto el martes a los 103 años, recibió ayer una emocionada y ejemplar despedida, a la altura de la grandeza, pero también de la discreción, que caracterizó toda su vida.

El Rey y los Príncipes de Asturias quisieron dar testimonio, con su presencia en la capilla ardiente del escritor, del pesar de la Casa Real por la muerte del último superviviente de la Generación del 27, en una despedida que contó también con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y con los vicepresidentes, María Teresa Fernández de la Vega, Manuel Chaves y Elena Salgado.

Muchos de los asistentes afirmaban tener el "sentimiento agridulce" que reconocía Manuel Chaves, porque ha muerto "un ser querido" pero "sabemos que vivirá eternamente a través de su obra y de su pensamiento".

Conmovido, el ex ministro de Cultura César Antonio Molina, buen amigo de Ayala, destacó "la grandeza" del autor de El jardín de las delicias , y dijo que fue "un ejemplo de intelectual europeo".