Pasqual Maragall es ya una estrella de cine. Y como tal tiene sus excentricidades (en positivo). Ahí va una: ayer optó por pasear por la playa con su nieta en lugar de sentarse ante los periodistas para hablar de Bicicleta, cuchara, manzana , un documental tierno, sincero, emotivo y valiente que narra la lucha del expresidente contra el alzhéimer. La película se presentó ayer en el Festival de San Sebastián y arrancó tantos aplausos como lágrimas. El llanto, incluido el del alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, no era fruto de la pena sino de la emoción. Lo que se ve en pantalla --una historia de lucha, amistad y amor-- es demasiado grande.

Maragall hizo bien. Disfrutó del sol donostiarra y de su encantadora nieta y dejó que el autor de la película, el veterano reportero Carles Bosch, y su mujer, Diana Garrigosa, explicaran a la prensa los detalles de una cinta que se estrenará el 1 de octubre y que habla, precisamente, del derecho a disfrutar de la vida. "Quiero que esta película sea divertida", lanza Maragall en el primer minuto del filme. Está cansado, añade, de la compasión, de que le miren con cara de pena y le digan "pobrecito". De pobrecito nada. El es un luchador, una persona excepcional y un enfermo rebelde. Quiere conducir, quiere ir a su despacho todos los días, quiere bailar con su mujer, quiere hablar inglés, quiere escribir, quiere escuchar Variaciones Goldberg .

Maragall hizo posible los Juegos Olímpicos, luego el Estatut, y ahora quiere ir por el alzhéimer, enfermedad que padecen 25 millones de personas en el mundo y que él considera que será derrotada en unos 20 años. "Será tarde para mí", reconoce en la película. Pero da igual. Su lucha servirá para otros. No quiere ser una víctima sino el motor de una aventura científica contrarreloj. Una fundación internacional lleva su nombre y a ella irán a parar parte de los beneficios obtenidos en las salas una vez que la película se estrene.

SORDERA CEREBRAL "Vivir, eso es lo jodido. Tengo sordera cerebral. ¿No pueden quitarme ese tapón del cerebro, desatrancarlo como cuando te limpian los oídos de cera?", reflexiona en Bicicleta, cuchara, manzana , título que alude a tres palabras que los médicos usan para comprobar la capacidad de retención.

Maragall está enfermo, pero está bien. Ayer, por ejemplo, además de con su nieta, también paseó por San Sebastián con José Ramón Recalde, exconsejero vasco y víctima de ETA. "Tiene días buenos y malos. Quiere hacer cosas y sigue siendo cariñoso. Está inestable dentro de la estabilidad", admitió su esposa, que recalcó que Bicicleta, cuchara, manzana no es una película sobre Maragall sino sobre el alzhéimer. Sea lo que sea, el documental toca el corazón y demuestra que vivir rodeado de una familia que te quiere (los tres hijos ofrecen en la película su punto de vista con una naturalidad y una sinceridad apabullante) es más fácil y mejor que hacerlo solo.