A punto de cumplir 86 años, el director de cine sueco Ingmar Bergman ha abierto por primera vez las puertas de su casa en la isla de Faro a los medios de comunicación, en un documental en tres partes estrenado por la cadena pública SVT 1.

El documental retrospectivo, de 180 minutos, se divide en tres partes, que abordan las relaciones de Bergman con el cine y el teatro y su vida privada en Faro, la isla del mar Báltico a la que se retiró para siempre en enero.

Marie Nyreroed, una veterana periodista de la SVT y productora de la película, siguió varios meses a uno de los grandes creadores del siglo XX.

"Hablábamos del amor, la muerte, la infancia y sus demonios, pero también veíamos la televisión y paseábamos en bicicleta", recuerda la directora al diario Aftonbaldet .

La primera parte

La primera parte del documental, titulada Bergman y el cine , se abre con el director sueco mostrando el cinematógrafo que logró, entre súplicas, de su hermano, tras lograr cambiarlo por un ejército de soldaditos de plomo.

La cámara sigue al artista durante el rodaje de su presumible testamento audiovisual, el largometraje para televisión Saraband , estrenado hace cuatro meses, y en su visita a la Ciudad del Cine de Solna, los míticos estudios de Estocolmo.

Allí se rodó Tortura , 1944, la película de Alf Sjoeberg en la que Bergman debutó como guionista, y luego fue el escenario donde él dirigió obras tan recordadas como El séptimo sello o Fresas salvajes .

En su antiguo despacho, donde lo visitó Greta Garbo, recuerda las primeras lecciones que el también director sueco Victor Sjoestroem le dio sobre cómo hacer películas y cómo manejar a los actores.

Desde el éxito de Sonrisas de una noche de verano , 1955, confiesa con amargura: "He podido hacer lo que he querido, pero de un modo trágico, sin tener a alguien que diga sinceramente lo que piensa con quien hablar. Es el silencio".

Entre imágenes de sus propias películas, se intercalan fragmentos de las filmaciones realizadas por él mismo durante los rodajes, y que muestran a un Bergman joven y esbelto, vestido con chaqueta de piel y que se ríe llamativamente con frecuencia.

Bergman y el teatro está dedicada a su otra gran pasión, que reconoce que le ha sido "muy muy difícil" dejar, y que asegura extrañar "todos los días".

En su antigua oficina en el teatro nacional sueco, el legendario Dramaten, enseña dónde se sentó la primera vez que acudió a ver una obra de teatro: tenía 12 años y volvió a casa con fiebre. De las más de 125 representaciones teatrales que ha dirigido a lo largo de su vida, recuerda los intensos seis años en el Stadsteater de Malmoe (1952-58), con actores como Max von Sydow, Bibi Andersson e Ingrid Thulin, habituales también en sus películas.

Allí empezaron sus colaboraciones para televisión como (Escenas de un matrimonio ), luego transformada en película, que provocó una conmoción en Suecia y le obligó a cambiar varias de teléfono para no convertirse en consejero matrimonial.

Bergman y Faro ofrece la mirada personal sobre su relación con la isla que conoció en 1961, en el rodaje de (Como en un espejo ), porque la productora consideró muy costoso rodar en las islas escocesas Shetland, preferidas por él.

Después del rodaje de Persona (1965), Bergman ordenó construir una casa en la costa, rodeada por una verja con un letrero que avisa de la presencia de un perro, aunque ya no hay ninguno desde que Liv Ullman, entonces su esposa, abandonó la isla hace tres décadas.

En su retiro soñado, contempla el agreste paisaje o conduce en coche hasta su propio cine, un antiguo establo reformado que también sirvió como estudio de grabación y al que ahora acude todos los días, a las 15.00, para ver una película, sobre todo, cine mudo; el 14 de julio, su cumpleaños, hay sesión fija: El circo , de Chaplin.

Bergman habla del dolor por la ausencia de su esposa Ingrid, fallecida en 1995, y de sus peores demonios: el rencor, la ira, el orden, el terror, el fracaso, la pedantería o la pereza, fragmentos que componen el universo de un genio indiscutible del cine.