Hubo poco que rascar de la jornada de ayer en el Festival de Berlín, cuyo plato fuerte, al menos sobre el papel, fue la llegada de la directora Nicole Holofcener. Como ya hizo en sus obras previas, Holofcener ha llenado Please give de seres sardónicos y defectuosos para ofrecer un retrato de la mujer americana moderna. También usa a su musa Catherine Keener a modo de alter ego. Quizá por ello, el resto de personajes parecen importarle un comino. La jornada había empezado algo mejor. Bal , tercera parte de la trilogía del turco Semih Kaplanoglu sobre un personaje autobiográfico, lo muestra convertido en un retraído niño de seis años en una remota zona rural. Carente de música y casi de diálogos y de acción, Bal es obra de gran hermosura.