Dieciséis años después de su edición original y cinco después de haber quedado descatalogado, el legendario Loops. Una historia de la música electrónica ha vuelto a las librerías en edición remasterizada y extendida, con un capítulo reescrito y dos apéndices completamente nuevos: uno sobre la electrónica hecha en España y otro sobre las máquinas que se usan para hacer esta música dividida en tantas músicas. (Total transparencia: el arriba firmante escribió dos capítulos de Loops y tradujo el prólogo de Simon Reynolds del primero; el mundo es un pañuelo, en particular el del periodismo cultural).

Pero más noticia es la publicación, al unísono, de Loops 2. Una historia de la música electrónica en el siglo XXI (Reservoir Books), para el que Javier Blánquez, esta vez sin ayuda en coordinación ni escritura (epílogo del productor Ewan Pearson aparte), se cargó a la espalda con la dura tarea de resumir los últimos 16 años de sonidos creados con máquinas.

700 PÁGINAS MÁS / Son casi 700 páginas de segunda biblia de la electrónica, más aún que las del Loops original. ¿Cómo se explica esto, si tenemos en cuenta que el primero cubría casi un siglo? El motivo principal es la propia evolución de la música. «De un tiempo a esta parte se han desbordado las cosas», explica Blánquez, periodista cultural ahora también metido en cuestiones de edición y docencia. «Se hace mucha más música que antes, por la simple razón de que casi todo el mundo puede hacerla sin conocimiento previo, inversión costosa ni filtro que te impida el acceso al mercado. Desde el momento en que cualquiera puede bajarse un software de internet y hacer algo, todo cambia. Tú lo haces, tú lo subes a la nube».

Esto implica que haya mucha más música, tanto buena como mala. Pero nos quedaremos con el lado positivo: «Hay más música buena que antes, pero es difícil acceder a ella porque no hay tantos filtros. Es una situación estresante. Te quedas abandonado a la música, pero ¿de dónde sacamos tiempo para estar al corriente de todo esto?».

EVOCACIÓN DEL ALEPH/ El mundo siempre ha sido un caos, pero antes de la verdadera explosión de internet y las redes parecía más fácil hacerse una composición mental de todo, incluyendo la historia de la música. Pero entre la regurgitación estilística en que andamos sumidos en el último par de décadas y la proliferación de canales de distribución a través de la red, esa misión se ha vuelto imposible. «La plataforma donde más música se escucha ahora es Youtube», dice Blánquez. «Y en Youtube, ¿qué está? Está todo. Todo a la vez y sin creación de un discurso cronológico: tú puedes escuchar el último tema de un productor lo-fi house como DJ Seinfeld y quizá en tu escucha aleatoria luego te salga una pieza de house de Chicago del 87».

En las páginas de Loops 2, Blánquez invoca en alguna ocasión la imagen del Aleph de Jorge Luis Borges, ese punto concentrado en el que está toda la inmensidad del universo: «Creo que tendemos hacia eso, hacia un momento hiperdenso en el que prácticamente perdemos la noción de la historia y donde no tenemos un horizonte, sino que vamos acumulando hasta que, no sé, quizá llegue el momento en que todo explote». El progreso se ha ralentizado, pero se han expandido las posibilidades de géneros que ya existían. «Por ejemplo, la música experimental más académica ha descubierto los patrones de baile y la ha reconstruido a su manera», como demuestra el caso de la gran Holly Herndon.

En tiempos en los que consumir se antepone a saber, Loops 2 se impone como ambicioso recordatorio de que todo, y decimos todo, lo que hoy parece fresco es extensión de un continuum arraigado en el tiempo. Después de una introducción sobre los sucesos que han transformado la recepción, el consumo y la producción de la electrónica, llegan episodios sobre las transformaciones del techno; géneros de nuevo cuño como grime (con padrino importante en Wiley, invitado al próximo Sónar), EDM (el monstruo nacido del influjo de Swedish House Mafia) y footwork (con palabras especialmente cariñosas para Jlin); la revolución digital del hip-hop, sin olvidar a los reyes y reinas (como Cardi B) del trap; la internacionalización de los ritmos de guetos del tercer mundo, o el revival indiscriminado.

Como Blánquez es menos odiador que admirador, incluso nos recuerda que desde cierta forma de nostalgia se puede ir hacia delante. «Están estos fenómenos que tienen que ver con el retrofuturismo melancólico, a veces agrio, de la hauntology, el vaporwave... Que son un reexamen de músicas del pasado, pero que no se parecen exactamente a la música del pasado, no es revival. Es una especie de universo paralelo. Proyectos como Boards Of Canada y The Caretaker te crean esa sensación extraña, agridulce, de ‘esto me suena, pero nunca lo había escuchado así’».

Además, acorde a los tiempos, los contenidos de ambos libros tienen muestrario sonoro en Spotify, donde pueden encontrarse listas de escucha para cada capítulo.