La caída de las ventas de libros en los últimos siete años en España se suele atribuir, evidentemente, tanto a la menor capacidad de consumo como al señuelo del 'todo gratis' pirata. Sin embargo, no se suele añadir tan a menudo a esta ecuación el cambio de hábitos lectores. La prueba: el 'todo gratis' legal de toda la vida y en papel, es decir, el préstamo bibliotecario, también ha sufrido una erosión en España. Entre el 2010 y el 2014 se pasó de 60,8 millones de préstamos a 52,4, un descenso del 14% que los autores del informe 'La lectura en España', presentado ayer, atribuyen tanto a ese cambio de hábitos como a los efectos de la crisis en la red bibliotecaria en forma de cierres, reducción de horarios y disminución de compras de novedades.

En las cifrras recogidas en el informe elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España se señala como excepción la red de bibliotecas catalanas, la única que se expandió en este periodo, con 21 nuevos centros y un porcentaje de población con carnet del 48%, frente a la media española del 34%, mientras que, en el otro extremo, Castilla-La Mancha y Valencia cerraron 57 centros de lectura y Extremadura, 64.

De hecho, en este periodo las visitas a las bibliotecas han crecido, de 2,67 por habitante y año a 2,79, indicando que se está produciendo una evolución del servicio bibliotecario. "El interés por la biblioteca se mantiene por otros servicios de carácter social, tecnológico, educativo o cultural. Desde la estancia en sus espacios, salas de estudio y trabajo en grupo o reunión, a la atención de consultas, las actividades culturales y de promoción lectora, los talleres, el préstamo de portátiles, cargadores o calculadoras y las sesiones de acceso a internet", argumentan los autores del estudio.

UNA BASE LECTORA MÁS AMPLIA

En cuanto al índice de lectura, el informe apunta que se debe ir más allá de rasgarse las vestiduras por el 40% de españoles que, encuesta tras encuesta y con oscilaciones mínimas, se declaran no lectores de libros. Resulta más productivo diferenciar entre el círculo más general (el 88,6% de la población) de lectores de textos de cualquier tipo, incluyendo los de las redes sociales, y la verdadera base de lectores de libros, los "lectores frecuentes" (al menos una o dos veces a la semana). Estos han pasado del 36% del año 2000 al 47,2%, mientras que el núcleo duro de lectores diarios han pasado del 25% al 31%, una muestra del "incremento de la práctica de la lectura y su extensión a una base social más amplia" a pesar de la "brecha" que separa a este colectivo de los no lectores.