Después de la tormenta, llega la calma, esta con ojeras probablemente. Hora de recoger los atuendos. Contempopránea despide su última edición con una muestra de buena forma. Con una celebración de veinte años difícil de superar para algunos --para los que subieron a soplar las velas más aún--, el festival extremeño por antonomasia dice adiós a sus 21 años con alta complacencia de público y de grupos. Subieron a las tablas en dos tandas, viernes y sábado, en un componente repartido de formaciones foráneas y firmas nacionales de contrapunto. Y parece que la fórmula funciona. Con una asistencia de momento sin cifras, es pronto para hacer balance aún por parte de la organización, expectativas cumplidas en ese aspecto. Badajoz, la hermana pequeña, y Alburquerque se meten en la cama a reservar fuerzas para la edición que viene --y las que siguen--.

Atrás queda el apoteósico viernes con The Pastels a la cabeza, que consiguieron arrancar la llamada de los aficionados del pop de los añorados 80 para algunos. Si la muestra no había quedado clara, parece que el pop nacional tampoco pasan los años. Los coros de los primeros temas de Dorian, que tantas veces han retumbado en la ladera, la frescura de los jóvenes Papaya con su primer trabajo bajo el brazo y el desparpajo de los Murciano Total terminaron de completar la jornada un viernes que difícil pudo superar al día que le seguía. El sábado reservaba algunas joyas, con alguna más alejada del pop al uso al que acostumbra la ladera. Con ganas de explorar nuevos horizontes, la segunda jornada acunó las muescas de cansancio que ni el acústico en la piscina habían podido calmar y dedicó a los pies una oda de baile y gracia.

Capitán Sunrise fue el encargado de subir a las tablas antes que nadie. Contempopránea le había reservado como primera opción para la tarde y aunque con letras mecidas y voces cautivadoras, consiguió arrancar bailes a casi una hora del atardecer. El calor también se impuso como protagonista en una edición en la que más bien parecía entrado agosto que un julio cualquiera en las que las chaquetas de madrugada son el mejor refugio. Parece que la tarde no iba a dar un respiro para bajar. Igual de cautivadores --cautivos los asistentes-- llegaron los Hazte Lapón. El encanto y las ganas de la formación consiguió engatusar a los espectadores, que más que a cuentagotas subían peregrinos a la zona que aún reservaba el polvo en los pies del día anterior. Rompieron el palo Linda Guilala. Más electrónicos y tan oscuros como relucientes aterrizaron los jóvenes a escena. Allanaron el camino para la polvareda de Belako. Fuerza y expectativas cumplieron los vascos con coros incluidos.

Y ahí llegaba quien tenía que llegar. A la hora de cierre de este diario se subían a escena --igual que la jornada anterior-- The Charlatans, la oda más esperada al movimiento de referencia del Contempopránea, con tantos admiradores como detractores en las filas del género. Era el plato fuerte, y así lo hicieron saber los centenares de pies que allí se congregaban para ver a los grupos de primera fila. Después de los Sidonie, asiduos de la carrera contempopránea, no faltaban camisetas negras --lavadas-- para ver a los Detergente Líquido. Los Bonsáis devolvieron la calidez a la zona, una calidez contra la que arremetió Guille con gran Hconstumbre de sus letras bailables y máscaras imposibles.