Entusiasmada, halagada y receptiva a las opiniones de los demás. Así es como afronta la actriz madrileña Blanca Portillo el reto de dirigir la LVII edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida. El consejo rector del patronato que gestiona el certamen, tras una reunión celebrada ayer, hizo público oficialmente el nombramiento, en sustitución de Francisco Suárez. Su mandato va a estar marcado por los recortes presupuestarios, aunque ella defiende una gestión equilibrada entre lo artístico y lo económico. Además se compromete a poner en valor dos de los aspectos más criticados en las pasadas ediciones: la esencia grecolatina pero con "la mirada puesta en el futuro" y trabajar "codo con codo" con las compañías extremeñas.

--¿Cuándo se enteró de la noticia? ¿Tuvo dudas en algún momento?

--Me enteré el jueves de la semana pasada. Primero me eché a temblar, me entró mucho miedo porque soy consciente de la importancia de este festival y de lo que representa ser su directora. Luego me sentí profundamente halagada, muy feliz, y después me entraron unas ganas enormes de ponerme a trabajar para poner en práctica muchas cosas que de alguna manera son la base de mi carrera. Se trata una cuestión de valores culturales como rigor, entusiasmo y amor por esta profesión.

--¿Qué supone tomar la dirección del festival para su carrera profesional?

--Más que para mi carrera profesional es importante para mi vida personal. Siempre me ha interesado todo lo que abarca el teatro, nunca me he conformado con ser actriz. He trabajado en producción y me gusta la dirección. Es una faceta nueva y desconocida para mí. Habrá a quién eso le produzca pánico pero para aprender a hacer algo primero hay que hacerlo.

--¿Cómo afronta este reto?

--Con mucho entusiasmo. Vengo dispuesta a dejar el ego colgado en casa. No me siento en posesión de ninguna verdad. Vengo a compartir mis ideas con los demás y a escuchar.

--¿Cuáles son los objetivos que persigue en su nueva andadura?

--Me gustaría que esta cita no fuera una cosa quieta y estática sino que se convirtiera en un tiempo de gran movimiento cultural. Quiero que el teatro sea el epicentro del festival y que alrededor se genere una gran actividad artística que mueva e implique a la gente.

-- Tiene que gestionar este evento con una menor inversión pero manteniendo la calidad. ¿Se puede hacer más con menos?

--La calidad no está reñida con la cantidad de dinero. Cuando a la gente se le ponen en evidencia los problemas que hay lo van a entender. Nunca podemos olvidar la calidad. Es mejor tener menos y bueno que mucho y que no sea bueno.

--¿Recuperará la esencia grecolatina que, según algunas voces críticas, se había perdido en ediciones anteriores?

--Es un festival de teatro grecolatino, eso le distingue del resto y no lo puedes perder. De hecho, me apasiona que sea así porque adoro esos textos pero no voy a negar que yo vivo aquí y ahora. Ellos siguen siendo clásicos porque están vigentes pero tenemos que mirarlos desde hoy.

--¿Cuál será el papel de las compañías extremeñas?

--Hay que sacarle el máximo partido al tejido cultural y artístico de la zona. Hay muchísima gente valiosísima aquí y hay que estar en contacto con ellos porque son protagonistas de esta historia.