Bob Dylan, pintor Para muchos puede resultar una sorpresa, pero el interés por los pinceles del flamante Premio Príncipe de Asturias de las Artes viene de lejos. La primera exposición de sus cuadros, abierta desde ayer hasta el 3 de febrero del 2008 en el Museo de Colecciones de Arte de Chemnitz (Alemania), recoge 175 dibujos, pasteles y acuarelas posteriores a 1980.

Dylan empezó en serio a tomar clases de pintura en 1968 con su vecino de Woodstock, un pintor llamado Bruce Dorfman, justo después de que su exmujer, Sara Lowndes, le regalara una caja de óleos por su 27 cumpleaños. La directora del museo, Ingrid Mössinger, dice que su interés en la obra del cantante surgió al descubrir en 1994 el libro Drawn Blank, en cuyo prólogo Dylan definía su producción visual como "retazos de cuadros que nunca fueron pintados, aún deben ser pintados o, más bien, nunca serán pintados".

Ahora, alentado por Mössinger, ha finalizado 320 retratos, paisajes, escenas cotidianas y desnudos para que el museo pudiera elegir. "El interés de Ingrid me ha dado el ímpetu para comprender el tipo de visión que me llevó a esos cuadros hace tantos años. De no ser por ella, no sé si los hubiera vuelto a revisar".

La exposición Dylan. The drawn blank series es un viaje visual por el personalísimo universo del artista, cuyas canciones han sido siempre consideradas "cuadros sonoros". Sus pinturas provocan el mismo efecto que sus canciones, una aspereza borrosa. Escenas rurales, cruces de carreteras, vestíbulos, coches y camiones, gasolineras, sillas y mesas, mujeres, visiones polvorientas.