Los actores llevan más tiempo que los directores bailando entre la televisión y el cine. En su caso, lo que les aporta la pequeña pantalla es una popularidad que va mucho más alla de tener un club de fans. Es algo brutal. Desproporcionado. Incluso agobiante. Los jóvenes protagonistas de Sin tetas no hay paraíso (Tele 5) lo saben bien.

Amaia Salamanca --que ahora rueda la película Fuga de cerebros -- es una de ellas. En la serie, interpreta a Cata, una joven que se enamora de El Duque (Miguel Angel Silvestre). A sus 26 años, el actor ha dado el salto al cine (3:19 ) y se ha convertido en el hombre del momento. Tanto que Salamanca asegura, en tono de broma, que empieza a estar harta de él. Hace unas semanas, mientras disfrutaba de unos días de vacaciones, un guardia civil le pidió el pasaporte en un control. La miró y le soltó: "Vaya, ¿dónde te has dejado al Duque?".

El baile entre la televisión y el cine por parte de los actores está más que aceptado entre los cineastas. El veterano Mario Camus escogió otro rostro televisivo, el de Marián Aguilera (Los hombres de Paco ), para su última película. El debate, sin embargo, se pone agrio cuando el público empieza a dar más importancia al glamur de los actores que a las películas. "El cine español tiene un problema cuando la auténtica estrella de un festival es El Duque", reflexiona el director Juan Carlos Fresnadillo (28 semanas después ).

Mario Casas --de la serie Los hombres de Paco -- insiste en que la tele aporta toneladas de fama. Pero, sobre todo, lo que da es "de comer" a los actores. Además, es una buena escuela y "curte" para dar el salto al cine. Casas comparte protagonismo con Salamanca en la comedia Fuga de cerebros , la primera película del director televisivo Fernando González. En el filme aparece otro actor creado en la tele: David Fernández (Rodolfo Chikilicuatre).