La frontera que marcó en su día la irrupción de lenguaje pop se ha diluido en un estudio de Los Angeles con la grabación del disco Brian Wilson reimagines George Gershwin . El que fuera motor creativo de The Beach Boys abraza con pasión la obra del compositor norteamericano por excelencia y se permite un atrevimiento: adaptar dos rarezas de su autoría, una de ellas inacabada, y convertirlas en dos canciones propias con un melancólico sabor californiano.

Al seguidor de Wilson no le sorprenderá la iniciativa. El autor de la mayoría de los éxitos de The Beach Boys (de Don t worry baby y California girls a los álbumes de culto Pet sounds y Smile ) siempre ha reconocido en Go en Gershwin a una de sus primeras influencias, y recuerda Rhapsody in blue como su experiencia auditiva iniciática a la edad de cuatro años. La delicada ingeniería armónica de Gershwin impregna una parte del repertorio de The Beach Boys junto a otras influencias, como la música vocal doo-wop y el blues.

El nuevo disco, que sale a la venta esta semana en Estados Unidos (a España llegará el 6 de septiembre), contiene 13 canciones, de las cuales 11 son recreaciones de composiciones de Gershwin. Abre el trabajo la instrumental Rhapsody in blue , en una versión a cappella. Luego se suceden cuatro piezas de la ópera Porgy and Bess (entre ellas, Summertime) y canciones de otros orígenes, la mayoría de ellas muy conocidas, como They cant take that away from me , S wonderful, I ve got a crush on you , I got rhythm y Someone to watch over me , material con textos del hermano del compositor, Ira Gershwin.

El foco noticioso se centra en dos piezas construidas a partir de oscuras creaciones del autor neoyorquino. Una de ellas, The like in I love you , es una exquisita balada que hace pensar en los grandes momentos interioristas de The Beach Boys (como The warmth of the sun o In my room ), con una melodía evocadora y sutiles armonías vocales. Su raíz se encuentra en la pieza Will you remember me? , que Gershwin compuso con destino al musical Lady, be good! , de 1924, pero que fue excluida del repertorio final. La otra es la muy pop Nothing but love , basada en Say my say , una canción de 1929 que los hermanos nunca llegaron a terminar.

NOTAS SOLEADAS Como indica el título del disco, la voluntad de Wilson no ha sido reinterpretar las composiciones de Gershwin, sino imaginarlas de nuevo, dejando un amplio margen para la fantasía. El resultado es un disco con un halo ensoñador, que alterna secuencias delicadas, con trasfondo espiritual, y momentos dinámicos que evocan el lado más soleado de The Beach Boys (aquí, la vital adaptación de They cant take that away from me es el ejemplo más elocuente). Las armonías vocales juegan un papel central en esta obra manufacturada por los colaboradores habituales de Wilson desde que, a principios del nuevo siglo, resucitó como creador. Recordemos que el músico vivió, entre los años 70 y 90, desalentadores episodios de insalubridad mental, hostigamiento a cargo de psicólogos manipuladores, encierros domiciliarios con dieta de helado y un abandono cíclico de la actividad musical.

OPORTUNIDAD UNICA Es la primera vez que los herederos de Gershwin, encarnados en el sobrino-nieto Adam Gershwin, autorizan que un músico recomponga material del autor con nuevos textos. Gershwin inventó una música genuinamente americana que pudiera medirse con la tradición clásica europea, y Wilson elevó el pop a una categoría artística con sus sinfonías de tres minutos. Una cita virtual entre ambos talentos bien merecía el permiso excepcional.