Lo que Estados Unidos siente por el cine de Pedro Almodóvar es auténtica pasión y entrega. Ese respeto explica que cuando, por primera vez en la historia, Broadway se decidió a convertir una película española en un musical, la escogida fuera Mujeres al borde de un ataque de nervios , el filme que lanzó en 1988 al estrellato internacional al cineasta manchego.

El halago, enorme, y amplificado por el hecho de que la idea la tuviera un ente cultural tan icónico como el Lincoln Center, está ahí. La obra, estrenada oficialmente el jueves en el teatro Belasco, con un director como Bartlett Sher (ganador de un premio Tony hace dos años por South Pacific) y con un reparto de lujo de estrellas como Patty LuPont y Sheri Rene Scott, también. Y en Nueva York sigue intacto el amor al director manchego, aunque no se puede decir lo mismo del salto de este proyecto a los escenarios.

La resaca de la première, a la que asistió un emocionado Almodóvar, que hace tres años cedió los derechos y ha colaborado solo parcialmente en la adaptación, no podía ser más dura. Los críticos abrieron ayer las compuertas a un torrente de análisis negativos. Y afortunadamente para los productores, la venta anticipada de entradas ya había asegurado que llenarán el teatro durante los próximos tres meses.

"OPORTUNIDAD PERDIDA" El especialista de la agencia Reuters, por ejemplo, apuntaba ayer a que "en el camino desde el Madrid no convencional de Almodóvar hasta Broadway la inspiración ha sufrido su propio ataque". El de Los Angeles Times hablaba de una "oportunidad perdida" y el de The Wall Street Journal lamentaba haber presenciado "un desastre sin sabor". El mayor varapalo, no obstante, lo daba Ben Brantley, que con sus textos en The New York Times puede hacer o deshacer el futuro de un espectáculo. Ayer hablaba de "indecisión", "aburrimiento", "canciones extrañamente lánguidas"... Y llegaba a escribir "es un coitus interruptus. Ad infinitum".

Quizá a los responsables del proyecto (con los que Almodóvar repasó la película) les ha podido el intentar ser demasiado fieles al original. Posiblemente les ha podido también esforzarse con más empeño que atino en recrear Madrid por más que el propio Almodóvar estuviera convencido, como recordaba el jueves en la alfombra roja, de que la historia "podía haber pasado perfectamente en cualquier gran ciudad". La adaptación, con libreto de Jeffrey Lane y música de David Yazbek, pierde también la oportunidad de cerrar un círculo perfecto, y es que Almodóvar reconocía que cuando creó la película "pensaba casi como en una estructura que se pareciera a una obra de teatro".