Entre los años 50 y los 80, dos colecciones facilitaron a varias generaciones alimentadas por tebeos el acceso a los clásicos de la literatura juvenil y de aventuras. Con Historias Selección y Joyas literarias juveniles, editorial Bruguera ilustró la infancia de lectores precoces como Andreu Buenafuente y Javier Mariscal, que ayer presentaron en Barcelona la reedición de unos libros que combinaban texto y viñetas, una fórmula que el diseñador calificó de "revolucionaria en su tiempo".

Según Javier Mariscal, "estas colecciones demostraron que podían convivir el texto y el dibujo". Una lección que, en su opinión, hoy aún tiene vigencia: "Internet, la televisión y las vídeoconsolas pueden convivir muy bien con los libros y los dibujos gráficos".

LOS ORIGENES A mediados de los 50, la editorial Bruguera lanzó al mercado un proyecto que proponía la doble lectura de los clásicos de la literatura juvenil. Versiones resumidas de relatos emblemáticos como La isla del tesoro, Moby Dick, Un viaje a la luna o Las aventuras de Tom Sawyer, con una página de viñetas por cada tres de texto, acercaron la lectura a generaciones. Historias Selección fue un éxito que se prolongó más de 30 años. En los 70 nació una segunda versión, Joyas literarias juveniles, que resumían novelas de aventuras en 30 páginas de tebeo.

Estas colecciones "formaron parte de una cultura", sostuvo Andreu Buenafuente, que se definie a si mismo como "testimono emocional" de esa época. El es un ejemplo de la herencia que Ediciones B y Zeta Bolsillo han recuperado al reeditar los libros de Bruguera, una demostración de que "cada generación recicla lo que le ha gustado".

La idea de volver a editar una nueva versión, pulida gráficamente, la tuvo Marta Rossich al revisar los fondos de la editorial: "Me encontré con los libros que tenía en casa cuando mis abuelos se los compraban a mis padres". Ahora, el propósito es que esos padres vuelvan a regalar a sus hijos unas ficciones acumuladas en la memoria.

"Recuerdo unas broncas muy gordas con mis hermanos por los Salgari", contó Mariscal. "Uno los escondía debajo de la cama para que el otro no los encontrara". El diseñador que creó a Cobi y creció en una familia de 10 hermanos, también confesó que "aunque hacía ver que leía, sólo miraba los dibujos". Buenafuente recordó que, cuando era niño, "estaba enamorado de D´Artagnan, con sus botas y su espada. Además, los lomos de los libros eran un icono que incluso me inquietaba". Este formato, que reproduce verticalmente, en el lomo de los volúmenes, los rostros de los protagonistas enmarcados, se convirtió en un icono que se ha mantenido intacto en la nueva edición, ya que era uno de los aspectos característicos de la colección.