Momentos antes de la representación, Rafael Alvarez El Brujo pasea tranquilamente por el conventual de San Benito de Alcántara. Cuando salga a escena volverán a escucharse las palabras de Jesucristo, "una figura sin medida. Desde el punto de vista histórico es un enigma. Desde el punto de vista religioso, es un desafío para mí como hombre", señala a este diario. El actor estrenó El evangelio de San Juan en el Festival de Mérida y ayer, de nuevo en solitario, lo llevó al festival alcantarino. Con él cierra una trilogía compuesta, además de por este montaje, por San Francisco, juglar de Dios y Los misterios del Quijote

¿Qué clase de versión ha hecho El Brujo? "Una versión para ateos, religiosos y medio pensionistas", comenta con humor el actor, que de nuevo retoma la seriedad. "Parte del interés por un texto antropológico, que es un registro importante de conocimiento de la humanidad y de la historia de la cultura mediterránea".

A Rafael Alvarez le ha interesado, más allá de la dimensión religiosa, "la artística, la que trasciende la religión como algo privativo de la gente que cree (o que es agnóstica o indiferente a la religión). A Jesús se le llama hombre, ´hijo del hombre", y en él se refleja la capacidad del ser humano en relación con el misterio de la existencia y en relación con los otros hombres".

Horas antes de la función, tuvo lugar en la plaza de San Pedro otra popular en torno a la investidura de un maestre de la orden militar de Alcántara.