Ibáñez llama "la cámara de las torturas" a la habitación donde trabaja. "Cada mañana cuando me despierto y paso por delante, allí está esperándome", dice. "Es una desilusión para los niños que la ven". ¿Perdón? "Sí, los niños hacen periódicos en la escuela, y a veces vienen a entrevistarme para el periódico escolar. Llegan allí esperando encontrar una especie de laboratorio lleno de ordenadores y esto y lo otro y el único aparato que ven es una máquina de escribir. Y vieja". "Un tablero, un lápiz, una goma de borrar para usar lo mínimo y un rotulador para pasar a tinta". Es todo lo que usa. Hoy como ayer.