Las broncas de Naomi Campbell no conocen fronteras ni horarios. La supermodelo inglesa fue detenida hace unos días pasadas las tres de la madrugada, a las puertas de una lujosa mansión en el centro de Londres. La propiedad es el domicilio de Badr Jafar, miembro acaudalado de la familia real de Dubai. Naomi había mantenido una relación sentimental con el príncipe árabe, que acabó como el rosario de la aurora, algo frecuente en los amoríos de la caprichosa top .

La despechada amante trataba de recuperar a grito limpio las pertenencias personales que había dejado en casa de su antiguo novio. Como el interesado no la dejó entrar en la vivienda, los improperios y juramentos fueron subiendo de tono, hasta que algún miembro del selecto vecindario decidió llamar a la policía para acabar con el escándalo. Los agentes se llevaron a la infractora a una discreta calle cercana, donde, de muy buenas formas, según relataron algunos testigos al diario The Sun , le pidieron que se calmara.

Fuentes policiales también explicaron cómo los propios agentes fueron al domicilio del príncipe de Dubai y recuperaron las pertenencias de Naomi. Que el exnovio no le abriera la puerta es comprensible dado que hace pocos días la modelo le había destrozado el yate, después de una cena romántica en la costa romana. El ataque de furia se saldó con una factura de 45.000 euros para reparar los daños, y se produjo cuando la diva desaprobó el menú de tomate, mozzarella y jamón con vino blanco que el chef le había preparado.

El caso es que hubo un momento en el que parecía que la relación entre Naomi y el magnate petrolero Badr Jafar iría más lejos, hasta el punto de que ella habría confesado a sus amistades la intención de abandonar la vida disoluta para casarse y tener hijos con su príncipe. Pero esta mujer parece condenada a no dominar su mal carácter.