Si esta edición del Festival de Cannes terminara hoy mismo, el premio a la mejor interpretación masculina recaería en Javier Bardem. Lo que el actor hace en Biutiful , la película que el mexicano Alejandro González Iñárritu presentó ayer a competición en el certamen, despeja toda duda sobre su genio. Se mete en la piel de un pobre que se gana la vida y a la vez la pierde explotando a otros hombres, pero que trata de convencerse de que en realidad los está ayudando, y probablemente esté en lo cierto. Como contó ayer el propio Bardem a la prensa, su personaje "se resiste a perder su último signo de salud, que es la compasión". Su interpretación es un volcán siempre a punto de entrar en erupción, lo más cerca de la perfección que llega a estar una película, en el fondo, tremendamente imperfecta.

Iñárritu ha modelado una forma de hacer películas que trasciende a su creador para convertirse en arquetipo. Lo ha hecho a través de Amores perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006): obsesión con la muerte, las fronteras físicas y culturales y la incomunicación. Gente atormentada, dañada, hecha polvo. Familias rotas y, en general, una atmósfera de atosigante miseria. Biutiful "es lo mismo, pero diferente. Si produces manzanas, vendes manzanas", señaló Iñárritu.

Biutiful , producción española rodada en Barcelona, está concebida como la gran película sobre el fenómeno de la inmigración. Nos muestra talleres de chinos que fabrican los bolsos y piratean cedés que luego los subsaharianos venden. El gran problema es que, pese a sus pretensiones pancartistas, solo usa al inmigrante como elemento decorativo de un paisaje sórdido. "La gente dice que el centro de Barcelona es un lugar muy oscuro, pero a mí me parece que está lleno de luz y de vida", opinó ayer el mexicano. Y así se explica que extraiga belleza de la mugre, como el turista que hace fotos a los niños de Calcuta. Vemos a esos personajes pereciendo de asfixia en algún sótano o a orillas del mal, o corriendo con la manta a cuestas. También vemos corrupción policial, especulación inmobiliaria y explotación de mano de obra barata. La estrategia de Iñárritu es abarcar mucho y apretar poco.

DESPLANTE El director Jean-Luc Godard excusó ayer su ausencia ("debido a problemas de tipo griego", según un mensaje del propio director) en la presentación de su propia película, Film: Socialisme , una abstracta e impenetrable meditación sobre la decadencia del mundo occidental y la historia de Europa.