En un viejo teatro a punto de desaparecer bajo la acción de las máquinas resisten dos mujeres.

Recuerdan el pasado, del que queda por resolver algún secreto del hombre al que ambas amaron. Murió no se sabe si a manos de sus afines comunistas o de sus enemigos derechistas. El lo dejó en el aire en un texto teatral, El cerco de Leningrado , que es a la vez el título de la obra teatral que lo contiene, escrita por José Sanchís Sinisterra y que se representa hoy en el Gran Teatro, protagonizada por Beatriz Carvajal y Magüi Mira.

Esta es la segunda función que se programa en Extremadura de esta comedia (hace unos meses pudo verse en Mérida). Sus personajes "están llenos de esperanzas utópicas no contaminadas por la izquierda ni la derecha. Es algo casi romántico reivindicar, como hacen ellas, que ahora es el momento de los que no tienen nada de qué arrepentirse", explicaba Magüi Mira en una entrevista con este diario con motivo de la función en la capital autonómica.

LA ESPOSA INTELIGENTE Si el personaje de Mira es el de la amante, "radical, ingenua, apasionada, actriz", el que interpreta Carvajal, la esposa, "es más inteligente y tiene los pies en el suelo; pero las dos expresan ternura y humor. Son rivales, es cierto; pero también se necesitan la una a la otra".

El cerco de Leningrado , que se basa en un hecho real (el encierro de dos mujeres en un teatro y la ausencia del marido y amante muerto), recoge el espíritu de la época en que empezó a escribirla su autor: antes de la caída del muro de Berlín, un tiempo de mudanza ideológica con la caída del bloque de la Europa Oriental comunista.

De los viejos ideales (aquella frase tan extendida: "morir por unos ideales") se pasó al pragmatismo, algo a lo que se resisten los dos personajes de la obra.

"A estas mujeres --afirmó Magüi Mira-- no les gusta el mundo actual. Sus ideas no tienen lugar en el mundo en el que viven".