Las cenizas del escritor Guillermo Cabrera Infante sólo regresarán a su tierra, Cuba, "cuando éste sea un país libre", según hizo saber ayer la familia del fallecido. "Murió sin patria, pero sin amo", declaró en Londres su viuda, la actriz cubana Miriam Gómez, compañera inseparable durante 40 años de exilio. Los restos del novelista, desaparecido en la noche del lunes en el hospital de Charing Cross de la capital británica, serán incinerados "tan pronto como sea posible", en una ceremonia íntima, en la que únicamente estarán presentes su esposa, sus hijas Ana y Carola, los esposos de éstas y sus seis nietos.

Miriam Gómez explicó ayer que Cabrera Infante, de 75 años y muy delicado de salud desde hacía meses, se había roto una cadera la pasada semana, pero el fallecimiento se debió a "una infección que cogió en el hospital" de Chelsea and Westminster, donde fue ingresado en un primer momento. "Estaba desesperada por sacarlo de allí. Ese hospital es un asco, un horror, aquí no limpian los hospitales", declaró la viuda. Lo ocurrido no es una excepción en un país donde cada año 5.000 personas mueren a causa de las infecciones hospitalarias.

OPOSICION Y EXILIO Cabrera infante había nacido en el pueblo costero de Gibara, situado en el este de Cuba, pero se trasladó con sus padres a La Habana cuando tenía cuatro años. Estudiante de medicina, dejó la carrera a medias porque la literatura, el periodismo y el cine eran sus grandes pasiones. Primer director de la Cinemateca cubana, guionista, traductor y ensayista, algunos de sus escritos fueron censurados durante la dictadura de Fulgencio Batista. Tras colaborar durante una primera etapa con la revolución castrista y ocupar el cargo de agregado cultural en Bruselas, se convirtió en un opositor al régimen y se exilió en el Reino Unido.

En su hogar de Londres, en Gloucester Road, siempre vivió como si aquello fuera un pedazo de su amada isla, y últimamente, gracias a los milagros de la técnica, veía incluso los programas de la televisión cubana. Ayer los medios de comunicación oficiales cubanos, como el periódico Granma o Radio Revolución, silenciaron su muerte, que suscitó en cambio una ola de reacciones en el resto del mundo.

Para Mario Vargas Llosa, que formó parte del jurado que en 1997 le concedió el Premio Cervantes, lo más interesante de Cabrera Infante "fue quizás su enorme originalidad al convertir la crítica cinematográfica en un nuevo género literario". La escritora cubana Zoé Valdés lamentó la muerte de "un amigo". "Como hicieron en inglés James Joyce y en francés Georges Perec, Cabrera Infante puso la novela en un escenario e hizo danzar a las palabras", señaló Valdes, quien nunca, dijo, podría haber escrito su novela Te di la vida entera "sin el influjo de Cabrera Infante".

El director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, calificó al desaparecido de "maestro del calambur y de la magia verbal".

Y el historiador británico Hugh Thomas jojo estar "impactado" por la muerte de su "amigo íntimo" y se declaró orgulloso de haber firmado los documentos por los que el escritor se nacionalizó. "Estoy muy orgulloso de que haya sido durante muchos años un ciudadano británico".