"A la cuarta, me cansé". Con total sinceridad, César Aira (Coronel Pringles, Argentina, 1949) explica su relación con Barbaverde, cuyas aventuras acaba de publicar Mondadori. Un compendio de cuatro novelas cortas en las que el cómic se torna narrativa. Este personaje que representa al Bien, con mayúscula, en línea con los iconos de la historieta gráfica de los años 40 y 50, podría haberse convertido en habitual de las librerías, pero a este escritor que se toma la vida con filosofía se le acabó la cuerda. "Como lo que hacemos no tiene un fin práctico, las ganas son muy volátiles", dijo durante su visita a Madrid.

El plan para hacer carrera de héroe de Barbaverde empezó con un encierro en un hotel de París. Se trataba de una serie de novelas en las que los personajes se iban enriqueciendo con el paso de las historias situadas en la ciudad argentina de Rosario. Pero lo que no quería Aira, uno de los escritores argentinos más originales, autor de Cómo me hice monja y Canto castrato, era que centrarse en Barbaverde le cerraba la posibilidad de otras cosas.

Pero las cuatro piezas de Las aventuras de Barbaverde han permitido al escritor poner su fabulosa imaginación al servicio del tradicional enfrentamiento entre el bien y el mal, entre los que quedan atrapados un aprendiz de periodista y la mujer de sus sueños, una artista aficionada a las performances y las instalaciones. Suena a Superman y él no lo niega. "Todos vemos el mundo a través de lo que hemos aprendido", afirma, tras mostrar cierto regocijo al recordar aquellos viejos tebeos de Batman o Flash Gordon o las películas de su adolescencia. "Siempre me consideré un lector y vi el mundo a través de los libros", añade.

Un salmón que amenaza al mundo, un malo que transforma las cosas en juguetes o que hace desaparecer el presente son algunos de los argumentos del libro, en el que abundan las reflexiones sobre el arte, el cine o el cómic.