Charo López (Levana) y Eusebio Lázaro (Atom Roma) recogen soldados muertos de la guerra y los identifican por si alguien viene a reclamarlos. En la frontera de un país innominado, que pasa justamente por la casa donde ambos viven, el conflicto deja diariamente su carga de víctimas a causa de los combates.

La rutina solo se interrumpe cuando un soldado (José Luis Torrijo) entra en la casa y traza una línea fronteriza en el dormitorio, de manera que sus habitantes tendrán que pedir visados para entrar en el lavabo o en la cocina.

"Es algo ridículo, terrible, absurdo", señala a este diario Charo López. La actriz, protagonista y productora de El otro lado (que se representa hoy en Mérida), dice que estas son "situaciones que se producen hoy: las guerras, las muertes de inocentes....".

Charo López es una de las grandes intérpretes españolas. No parece posible olvidar personajes como Clara, en Los gozos y las sombras , o el de la hija de un intelectual republicano en Los paraísos perdidos .

ESTA DECADA Durante años alternó estos papeles con otros que no le gustaron tanto, según reconoce. Esperaba la llamada de teléfono de algún productor con un trabajo y ella respondía. No siempre a gusto. "Pero esos papeles ya no los recuerdo", afirma. Los otros sí. "Cuando son personajes de verdad, con alma, no se olvidan nunca. Te enamoran a ti y los haces con las vísceras. Y a pesar de los años que han pasado me siguen preguntando por ellos".

Volcada en el teatro durante esta década ("y la anterior, y la anterior a esta", corrige), ha sido esporádica su presencia en el cine y la televisión, precisamente por esa falta de personajes. Un día la llamó Eusebio Lázaro. "Me dijo que había leído una obra maravillosa. Nos quebrábamos la cabeza pensando en nuestro próximo trabajo y veíamos montajes en París o en Londres que pudieran interesarnos hasta que dimos con esta pieza".

Lázaro se había puesto en contacto con el dramaturgo chileno Ariel Dorfman a través de unos amigos, y este le envió dos obras, El otro lado y Purgatorio . Los dos actores optaron por la primera.

"No es fácil encontrar un teatro que hable de nuestro tiempo y a la vez lo haga con distancia de los acontecimientos que suceden, y esto es lo que queríamos", explica Lázaro.

Y ahí se pusieron en marcha. El actor compartiría la escena con Charo López y a la vez dirigiría la función, una función de cámara con tres personajes, que para Lázaro no supuso problema alguno. "Hay quien puede dirigir y actuar a la vez, y hay quien no es capaz. Para mí es como si tuviera un ojo fuera de mí y lograra una visión de conjunto".

"Naturalmente que yo me dejé dirigir", sonríe la actriz. "Hemos trabajado muy bien, algún día tuvimos una bronca, pero paramos y nos dijimos: ¿por qué no nos tomamos unos vinos? Nos hemos vuelto cómplices".

Abordando El otro lado el tema del horror de la guerra, los dos actores tienen una memoria interpuesta de una guerra aún próxima, la española. No la vivieron y la conocieron a través de lo que otros les contaron. "En mi caso fue una guerra que me contaron mal, así que en parte la he conocido a través de los libros que he leído", dice Charo López.

FRANQUISMO La actriz evoca su pasado en el franquismo y cómo vivió las consecuencias de esa guerra. "Yo he cantado mil veces el Cara al sol , formaba parte de la cultura en que yo vivía, así que fue muy duro desprenderse de ello, de los prejuicios, del miedo a los demás. Pero yo me siento ganadora y he vencido a los tabúes y peligros. Salir de cuarenta años de franquismo es muy difícil, porque, en mi caso mis años de formación, los que te marcan, los viví en ese régimen, en un mundo reaccionario". Más escueto, Eusebio Lázaro menciona a su padre y lo que le contó de "aquel espanto atroz, que nos dejó traumatizados y aún no hemos superado".

¿Y han vivido alguna de esas experiencias absurdas de frontera que se reflejan en El otro lado ? "Cada vez que íbamos a Francia durante el franquismo --explica Charo López-- volvíamos cargados de libros, que teníamos que esconder muy bien en el coche y cuando pasábamos la frontera lo hacíamos aterrados".

"Recuerdo un viaje al Berlín dividido --evoca Eusebio Lázaro-- en el que cogías el metro en una calle y cuando salías de él estabas en otra calle, pero del Berlín Oriental, y era otro país".

Esa extrañeza que provoca encontrarse en un lugar ajeno tiene que ver también con la gente. El otro lado es también el prójimo. "El problema es que media humanidad habla mal de la otra media", sentencia Lázaro. "Sí", explica López. "Es una cuestión que está en nosotros, que trazamos fronteras entre ricos y pobres, entre blancos y negros, entre cultos y no cultos... A veces inventamos esas fronteras y otras veces nos dejamos llevar por los prejuicios que nos han inculcado".

DENUNCIA Para tratarse de una obra, digamos de denuncia por las absurdas arbitrariedades que pone sobre la escena, Charo López y Eusebio Lázaro tuercen el gesto cuando se les pregunta si un texto así es capaz de mover conciencias, de torcer voluntades. "El mundo está hecho tal porquería que ni el teatro, ni la novela pueden cambiar nada. A lo máximo que pueden llegar es a hacer reflexionar", dice la actriz. "El teatro no cambia el mundo --subraya el actor--. Quizá sí ayuda a reflexionar y bueno, sí, tal vez algo afecte cuando a veces el poder lo ha prohibido o lo ha censurado; pero cambiar, no. La gente acude a él a contemplar una situación mágica: aquello que no existe. Pero nunca se sabe, quizá a nivel personal tal vez pueda cambiar algo".

A ambos es seguro que sí les ha cambiado. Alguna de las mejores experiencias vitales de Eusebio Lázaro tienen que ver con el teatro, donde ha hecho de todo. Se marchó a Londres, bajo el franquismo, y allí pasó cuatro años. A su regreso, ejerció labores de comisario de arte y en 1978 creó su propia compañía. Desde entonces ha alternado su trabajo como director y actor en el teatro, el cine y la televisión. En la pequeña pantalla se le ha podido ver en la serie Cuéntame , interpretando un papel de maestro

RECUERDO IMBORRABLE Pero su recuerdo más imborrable está relacionado con Extremadura. Lo evoca el actor. "Ha sido en el Festival de Mérida, para el que dirigí Las troyanas (1994), Las bacantes (1997) y Antígona (2003). Es un lugar extraordinario, especialísimo; allí está la esencia del teatro. No olvidaré Las Troyanas , con el público en pie aplaudiendo sin parar. Tengo esperanzas de regresar".