Jaime Chávarri recuerda lo alucinado que se quedó en la isla de San Fernando (Cádiz) cuando en un descanso del rodaje una señora se acercó al niño que interpreta a José Monge para decirle: "Pero, ¿no te acuerdas? Si de pequeño me cantabas..." Ese día, el cineasta se dio cuenta de que la gente estaba entregada de antemano, de que Camarón, su película sobre el príncipe gitano, iba más allá de un mero proyecto cinematográfico.

"Era increíble. Al menos, había 300 personas aguardando en silencio en plena calle. Los balcones estaban llenos. Cuando terminaba la escena, explotaban. No paraban de aplaudir", cuenta Chávarri, para quien esta cinta arrastra un problema de prejuicio: "Cada persona tiene su propio Camarón". En la ficción, el papel recae en Oscar Jaenada, quien logra un estremecedor parecido en las escenas de cante.

La trama relata, en clave de biografía melodramática, el ascenso artístico y el temprano declive físico de un personaje idolatrado al que Chávarri califica de "eterno e intocable". Lo dice con convicción, después de buscar infructuosamente a expertos del flamenco que desde una postura purista discutieran su aportación al género. "Quería rodar una escena que pasó de verdad en un programa de televisión. Hoy nadie se atreve a cuestionar temas que hace 20 años generaban controversia", explica el director de Las bicicletas son para el verano . Al final, Chávarri eliminó esta secuencia en la sala de montaje.

CONDICIONANTES El realizador, aunque se muestra satisfecho del resultado final, reconoce que, al tratarse de un trabajo de encargo, estuvo condicionado por varios factores. El primero fue la familia de Camarón, que sólo cedía los derechos a cambio de concesiones. Su viuda, Dolores Montoya, La Chispa, solicitó que no se incluyeran planos en los que el cantaor saliera demacrado y que tampoco aparecieran escenas de drogadicción.

Chávarri le quita hierro a estas cuestiones: "Son cosas que a ellos no les gustan y a mí, tampoco. Les dolía mucho verlo, de nuevo, en silla de ruedas. Pues lo quité", plantea. En cuanto al consumo de drogas, el director está harto de que le llamen periodistas para preguntarle sobre este tema. "Me sorprende que se quiera ver a gente extraordinaria rebajada. No tiene ningún sentido poner planos de agujas en venas. Es más sutil contar los efectos que el hecho".