Para los profanos, los que no entienden de náutica, las anécdotas de una regata suceden en tierra. Por ejemplo, ayer los participantes en la 12 regata Breitling acabaron el último día de competición con una comida en Puerto Portals. El menú: paella. Los comensales: el rey Juan Carlos, el príncipe Felipe y Harald de Noruega, entre otros.

Los regatistas, esos seres de tez ultrabronceada y dentadura fluorada, son de buen comer. Antes de compartir el arroz junto al mar, acudieron la noche del sábado con el resto de sus tripulaciones a una cena en el castillo militar de San Carlos. A la cena, que presidió el Rey, asistieron la Reina, Felipe, Letizia y los responsables de la firma de relojería Breitling, que organiza el trofeo.

SIN LEONOR POR UNAS HORAS La Princesa se separó por unas horas de la infanta Leonor para acompañar a su marido y desafió la recomendación de los anfitriones, que desaconsejaron en la invitación el zapato alto para caminar por el empedrado suelo del castillo. Sin embargo, Letizia acertó con un dos piezas negro.

La primera fase de la operación llegada de la familia real al palacio de Marivent se saldó con la última jornada de la regata en la bahía de Palma, que ganó el barco Mutua Madrileña. Frente a las tiernas estampas de los miembros de la familia real ante los objetivos se encuentra el balance deportivo. El príncipe Felipe, a la caña del Aifos, el barco de la Armada, quedó en el último lugar y el _ Bribón, que remontó ocho puestos en la clasificación en la última jornada, fue noveno.

El Príncipe y el Rey podrán intentar la revancha en la Copa del Rey, la semana que viene. A la espera de ese día, Juan Carlos entregó ayer los premios a los vencedores de la regata en un acto que contó con la presencia de los Príncipes y de Leonor,.