El interés de los cineastas alemanes por profundizar en el pasado reciente y en la memoria colectiva de su país ha dado dos nuevos títulos este año que han rivalizado entre sí como candidatos a los Oscar por Alemania. Finalmente se llevó el gato al agua la película The Baader Meinhof Complex , de Uli Edel, que rememora la etapa sangrienta del grupo de extrema izquierda que le da título y cuyo último dirigente acaba de ser excarcelado. Pero esta producción, que se encuentra entre las más caras del cine alemán, ha tenido que pelear duro con La ola , que llegó el pasado viernes a las salas comerciales, dirigida por Dennis Gansel y que obliga a la reflexión sobre si es posible que el nazismo vuelva a Alemania. El boca-oreja ha llevado a más de dos millones y medio de alemanes a verla en nueve meses.

El nazismo (El hundimiento , de Oliver Hirschbiegel), el holocausto (En ninguna parte de Africa , de Caroline Link) o la vida tras el antiguo muro de Berlín (La vida de los otros , de Florian Henckel o Good bye, Lenin! , de Wolfgang Becker) ya fueron tratados con éxito por una nueva generación de directores en torno a los 40 años que, como Gansel, no pretende revisar la historia de su país, sino hacerse sus propias preguntas sobre cómo fue posible que se vivieran los horribles años del Tercer Reich. Está basada en un hecho real ocurrido en un colegio de California en el año 1967.