Dani Rovira, maestro de ceremonias de la 31 edición de los Premios Goya dio a las diez de la noche de ayer el pistoletazo de salida a la gala, que presenta por tercer año consecutivo, «porque no hay dos sin tres», aseguró en su monólogo inicial.

Rovira, acompañado en el escenario por la Film Symphony Orchestra dirigida por Constantino Martínez Orts, recordó que el cine español tuvo el año pasado más de 100 millones de espectadores.

A los políticos que han acudieron a la gala, entre ellos el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo, y los líderes de Podemos, Ciudadanos e IU, les espetó que les va a dedicar el mismo tiempo que ellos han dedicado al cine, y ha pasado de inmediato a otro asunto.

Rovira hizo también una alusión a la victoria de Donald Trump, y en ese sentido ha recordado que «cine se escribe con i latina» y señaló que que gracias a directores como Fernando Trueba y Almodóvar «España es un país más respetado en el mundo» y provocó aplausos al recordar que Pedro Almodóvar será el presidente del jurado en el próximo Festival de Cannes. También bromeó con las críticas que recibió el año pasado a través de Twitter.

Al cierre de esta edición, ademá del de Honor para Ana Belén, se habían entregado ya el premio a la mejor dirección novel por Tarde para la ira al actor y director Raúl Arévalo. La película un turbio e intenso thriller sobre la violencia y el deseo de venganza.

«Quiero compartirlo con el resto de directores nominados y dar las gracias a todo mi equipo por ayudarme a hacer realidad mi sueño, a mi padre por enseñarme a amar el cine y a todos los directores con los que he trabajado», expresó el director al recoger el Goya.

Arévalo también dedicó su galardón a «cinco mujeres fundamentales» en su vida: su madre, su hermana, Alicia, Melina, mi amor, y a Beatriz Bodegas (productora de la cinta). «Gracias por quererme tanto», añadió.

Este Goya supone la culminación de un sueño para Arévalo, que llevaba años tratando de sacar adelante el guion, escrito a medias con David Pulido.

La historia de amor y danza que cuenta Timecode, de Juanjo Giménez, se alzó con el Goya al mejor cortometraje de ficción, a tres semanas de pelear en Los Ángeles por el Oscar. Giménez tiró de ironía al recoger el premio. Ha agradecido a la Academia que «permita que los largometrajes compartan la gala con nosotros», y ha animado a los autores de los largometrajes «a que den el salto al vacío».

El éxito de Timecode comenzó en el pasado Festival de Cannes, donde se llevó la Palma de Oro al mejor cortometraje. Después ha seguido sumando premios en otros certámenes internacionales que ha recorrido, desde el Sarajevo Film Festival, al Festival de Melbourne, el del Cairo, el de Helsinki o el BFI de Londres.

El pasado 24 de enero la Academia de Hollywood anunció que la película de Giménez había sido seleccionada como una de las cinco finalistas al Oscar al mejor cortometraje en la 89 edición de los Óscar, que se entregarán el próximo 26 de febrero.

ACTOR REVELACIÓN / Además del Goya a la mejor dirección de fotografía para Óscar Faura, por Un monstruo viene a verme, al cierre de esta edición también se había entregado al de mejor actor revelación para Carlos Santos por su interpretación del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán en el thriller político de Alberto Rodríguez, El hombre de las mil caras. El actor murciano, muy emocionado, dio las gracias a todo el equipo de la película y ha recordado con lágrimas en los ojos a su hermana Laura, enferma de cáncer.

«Muchas gracias a todo el equipo de la película, desde el primero hasta el último. La Academia nos pidió a todos que elaboráramos un discurso, yo empecé a elaborarlo pero todo cambia. Esta noche debería estar aquí mi hermana Laura y no puede. El premio es para ti».