En las encuestas realizadas por numerosos críticos para elegir las mejores películas estrenadas en España en el 2009 era raro que faltara entre ellas ´Still walking´. Y no porque fuera una película digamos extraña, artística, en el sentido peyorativo en el que lo son algunas del cine oriental como las de Kim Ki Duk, por ejemplo. No. Esta es, incluso, una película familiar, casi un subgénero (en la mayoría de los casos anodinamente resuelto) del drama. Pero ni en ello, este filme japonés se le parece. Podría decirse que como toda película japonesa (si se admite el tópico) rezuma serenidad, silencio, educadas maneras, el mínimo movimiento. En ´Still walking´, su director, Kore eda Hirokazu (Tokio, 1962), se apoya en una mínima anécdota: una reunión familiar durante un día de ocio. La sombra del hijo muerto pende durante esa jornada sobre los personajes y es como la espoleta para hacer aflorar los sentimientos (expresados, sí, pero sin la intensidad latina, es decir, a la japonesa). Así lo confirma el propio director en las notas escritas a propósito del filme: "No hay tormentas. Tan solo el ´antes´ y el ´después´ de los dramáticos acontecimientos. Me he centrado en las premoniciones y en las revelaciones de la vida, porque creo que es aquí donde puede encontrarse la esencia de la vida".