Con Fuente Ovejuna buscamos entender las razones que hacen que, como ciudadanos, repitamos una y otra vez el error de ser gobernados de forma despótica. Y por ello creemos que es necesario poner el punto de mira de nuestra escenificación no tanto en las maldades de unos gobernantes corruptos, sino en los comportamientos sociales que hacen que dichos gobiernos sean viables, ya que entendemos que la complicidad del pueblo, ya sea por acción o por omisión, es el caldo de cultivo necesario para el alzamiento de la justicia institucional.

Esto scribió Javier Hernández-Simón, el director del Fuente Ovejuna que van a poder ver en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. La representa La Joven (es decir, La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, que nació, en su segunda fase, en 2007. Hay otra La Joven Compañía, que tiene un lustro de vida), el proyecto de Eduardo Vasco que se ha convertido en la gran cantera de actores teatrales para el clásico español. La versión de Alberto Conejero es más dura. No más dura que la de Lope: más dura de lo que la tradición nos ha marcado: oh, el pueblo que se levanta contra el tirano, concertaos todos a una en lo que habéis de decir. Se levantan cuando la ultrajada es la hija del alcalde, que con las labriegas no tuvieron tamaño compromiso. Ya lo dice la misma Laurencia: «Cuántas mozas en la villa, del Comendador fiadas, andan ya descalabradas». Conejero quería explicar, también, «cómo reaccionamos ante los abusos de poder según nuestros propios intereses». Cómo disculpamos lo que hacen los nuestros y cómo nos lanzamos como perros hambrientos sobre lo que hacen los demás, por ejemplo. Cuáles son nuestras envidias.

El mundo se ha vuelto del revés, dicen en Ricardo III. Ricardo III, el último monarca de la Casa de York, fue derrotado en la batalla de Bosworth, en la guerra civil que se conoció como Guerra de las Dos Rosas después, porque las rosas eran los símbolos de los emblemas de York y de Lancaster: blancas unas, rojas las otras. Su derrota fue el inicio de la dinastía de los Tudor. Ricardo, jorobado y deforme, en realidad tenía escoliosis, pero eso Shakespeare no lo sabía. Arturo Querejeta será Ricardo III, político elocuente, seductor, asesino, psicópata. Antes interpretó a Shylock: la compañía Noviembre está especializada en las obras del bardo inglés. Aquí, la historia transcurre en la Segunda Guerra Mundial, pero el tiempo histórico da lo mismo. Uno puede hablar de la ambición desmedida en la Inglaterra de finales del siglo XVI, en la Alemania nazi o 300 años antes de Cristo, cuando Alejandro Magno quiso conquistar el mundo.

También puede servir Polonia, país donde se desarrolla La vida es sueño, de Calderón de la Barca. La torre de Segismundo, el palacio de Basilio, la civilización, la barbarie y un mundo opresivo, cerrado y claustrofóbico. Siete actores, música en directo, con un lenguaje estético que nos muestra la cultura urbana actual, porque ese ambiente opresivo es, también, el que estamos viviendo ahora: el de la división en grupos de poder: partidos políticos, activismos, soledades, una concepción tremenda del amor.

Ah, el amor. Casanova y don Juan son los dos paradigmas de la literatura amorosa. Todavía los hay que pretenden ligar diciendo de sí mismos que son «muy románticos», cuando los románticos acababan todos tuberculosos o suicidándose, pero qué se le va a hacer: hay gente así. A Don Juan se dedican dos de las obras de esta semana en el Festival de Cáceres: una infantil, con marionetas y títeres, que habla del teatro dentro del teatro también, y Don Juan Tenorio, dirigida por Pedro Antonio Penco, el clásico de Zorrilla versionado aquí por Miguel Murillo, que es la historia de una rivalidad en la que todo vale. Desde seducir a una novicia hasta yacer con la esposa del enemigo. Se estrena, además, en el festival y es una producción ambiciosa, con diez actores encima del escenario: la crisis ha acabado con este tipo de obras, salvo en muy contadas excepciones. De Amarillo, la compañía, se propuso hacer un Tenorio que otorgara protagonismo a la mujer y donde lo importante fuera «la propia esencia de la obra, sin adornos, sin pretensiones falsamente contemporáneas», con todos los conflictos de los personajes y un planteamiento muy pasional (es Don Juan: qué quieren) y muy plástica, con cambios de tonalidad en el vestuario y de ritmo en los tiempos. ¿Cómo se trasladan historias de siglos que quizá ni hemos leído y que solo conocemos de oídas para que el espectador de hoy no las sienta ajenas? La respuesta, estos días en los escenarios del Festival de Teatro Clásico de Cáceres.

‘Fuente Ovejuna’. Viernes, 16 de junio. 22.00 horas. Gran Teatro (Cáceres).

‘Ricardo III’. Sábado, 17 de junio. 22.30 horas. Plaza de las Veletas (Cáceres)

‘La compañía del Tenorio’. Domingo, 18 de junio. 19.00 horas. Gran Teatro. Obra infantil.

‘La vida es sueño’. Domingo, 18 de junio. 22.30 horas. Plaza de las Veletas. Cáceres

‘Don Juan Tenorio’, de Zorrilla. Miércoles, 21 de junio y jueves, 22 . 22.30 horas. Plaza de las Veletas. Cáceres.