El estreno de la Alcazaba como nuevo escenario del Festival de Teatro Clásico de Mérida no defraudó a nadie. Los espectadores salieron del recinto doblemente satisfechos: de un lado la pureza del ballet de la Compañía Nacional de Danza 2 entre los muros árabes, y de otro, la conversión del monumento en un espacio para espectáculos.

La compañía de danza dirigida por Nacho Duato salió de la Alcazaba con un buen sabor de boca. Tras las dos actuaciones previstas para el festival emeritense, los bailarines consiguieron poner en pie a toda la grada --ambas representaciones con aforo completo--, que dedicaron una ovación de varios minutos al grupo por su buen hacer en el escenario.

La obra comienza con Jardí Tancat . Una pieza adornada con la voz de María del Mar Bonet, donde los movimientos de los seis bailarines que entran a escena parecen estar determinados por el viento. Una luz ténue iluminaba a los jóvenes, vestidos con colores ocres, rojos y malvas.

A medida que transcurre el espectáculo, la obra adquiere más ritmo. La segunda coreografía, Coming Together , concentró la atención de la grada en los cambios melódicos, el juego de luces y sombras y las diferentes estructuras de los pasos que el grupo interpretó. De fondo sonaba una composición del americano Frederic Rzewski, que proporcionaba el acompañamiento perfecto para el trabajo abstracto de Nacho Duato. Una nota curiosa en el vestuario es la palabra que formaba la unión de las seis letras que los chicos llevaban en su pecho: I THINK , que traducido es PIENSO .

Pero sin duda, la pieza Gnawa hizo las maravillas de los presentes. Duato quiso dejar el plato fuerte para el final y no le pudo salir mejor. La pieza cautivó por la música, repleta de sonidos españoles y norteafricanos, y la elegancia en los movimientos de los bailarines. Es danza en su estado puro. Además de los focos, en Gnawa se utilizan velas, que en varias partes de la obra, se convierten en la única luz de la escena.

ESCENARIO DE LUJO Si por algo destacará la LIII edición del festival emeritense será por la ampliación de espacio para las representaciones. La Alcazaba árabe adornó mucho el espectáculo de Nacho Duato. "Es un marco estupendo para la Danza y el público ha estado muy caluroso", dijo Tony Fabre, director adjunto del ballet.

Y tan estupendo que los directores tuvieron que adaptar los bailes al escenario, porque la plataforma que se ha instalado en la Alcazaba es más extensa que en las que suelen actuar. "Bailar aquí ha supuesto un sprint para nosotros y a veces creía que no llegaba de un sitio a otro, pero Nacho no quiso desaprovechar ni un rincón del escenario", dijo Anjara Ballesteros, una de las bailarinas.