Tras media docena de discos a su nombre, Coque Malla (Madrid, 1970) consiguió con El último hombre en la Tierra (2016) dejar de ser, por fin, el excantante de Los Ronaldos para alzarse como solista con un discurso diferenciado. Sin dejar de sonar a rock, sus canciones modernas ofrecen perfiles más sofisticados con nuevas formas, envueltas en arreglos de cuerda y metal. De su última gira ha salido un disco en directo, Irrepetible, que a su vez alimenta nuevas tandas de conciertos.

--Hace dos años comentaba en que desde el principio pensó en ‘El último hombre en la Tierra’ como un disco diferente en su trayectoria. El tiempo parece darle la razón.

--Pero no es algo que haya ocurrido de repente. Yo hice dos discos muy raros, que la gente no entendió, cuando me separé de Los Ronaldos. Venían de saltar y bailar con el grupo y de repente salió Soy un astronauta más (1999), un disco más personal, y luego Sueños (2004), que tampoco se pilló mucho. Luego, La hora de los gigantes (2009) tenía que ver con el rock clásico pero era más sofisticado, y ahí cambió la cosa. Luego, Termonuclear (2011) y Mujeres (2013) fueron pasos hacia delante. Y El último hombre en la Tierra ya tiene algo de excepcional y la gente lo percibe. Es muy difícil explicar el éxito, pero creo que responde a algo tan sencillo como trabajar mucho y hacer buenas canciones.

--En su interior, ¿se pregunta si estas son necesariamente mejores que las de discos anteriores, que pasaron más inadvertidas?

--Entiendo que haya pasado algo especial con este disco porque no es habitual que un artista español haga un disco así. Ya cuando lo ponías a la gente cercana la mayoría se quedaba con la boca abierta. Y el mérito es de todo el equipo. Pero sin ese punto caprichoso que tiene el éxito no habría pasado nada, se habría quedado en un disco apreciado por los críticos musicales y la gente de la profesión.

--En el origen inspirador de estas canciones, vivencias emocionales…?

--Por supuesto, como en todos los discos de la historia de la música, y también en los cuadros, y en las películas. Todas las obras artísticas parten de emociones. Sobre todo las que perduran y que, a su vez, generan otras emociones. Relaciones, miedos y algunas certezas; más bien pocas.

--Los discos en directo suelen ser repasos a una trayectoria, pero este es más bien la fotografía de un momento álgido.

--Sí, se ha caído en el error de escribir que este es un disco de repaso a mi carrera, y no, ya que retrata el presente. Más de la mitad de las canciones son del último disco. Lo que está pasando con el público en esta gira es muy emocionante y había que grabarlo y filmarlo.

--Entre los colaboradores del disco figura Neil Hannon, timonel de The Divine Comedy. ¿Fue complicado lograr enrolarlo para que cantara en dos canciones?

--Fue bastante fácil. Yo tenía una especie de intuición de que esto iba a pasar. Pero dejando a un lado la parte esotérica, yo he escrito mil veces sobre The Divine Comedy en las redes, y su sello en España se puso en contacto conmigo para agradecérmelo. Porque Neil Hannon para mí es uno de los genios de la música, pero no es un tío superpopular. Entonces vino a actuar a Madrid y la compañía organizó un encuentro a través de M80. Una especie de entrevista mutua. Fue estupendo. Luego, en el concierto, me dedicó Absent friends, una de mis favoritas. Habíamos estado hablando de la similitud entre esa canción y La señal. Y en el camerino me dijo: «Bueno, ¿y cuándo hacemos algo?». Me quedé pálido.

--’My beautiful monster’ es una canción suya en inglés poco conocida. ¿Por qué la eligió para compartirla con Hannon?

--Porque le iba perfecta. La hice para una película de terror muy underground, Bite, de Alberto Sciamma, que nos había dirigido hace muchos años el videoclip de Sabor salado, de Los Ronaldos. Pero, en realidad, esta canción fue el embrión de El último hombre en la Tierra. Grabada por el mismo equipo.

--En su repertorio actual, ¿cómo encajan las canciones de Los Ronaldos?

--El hecho de que en el disco solo haya una ya contesta la pregunta. En la gira de El último hombre en la Tierra hacíamos hasta tres, pero en el disco en directo ya no le veía sentido.

--¿Ve el grupo como una vida anterior?

--Sí, la verdad. Porque veo mucho camino por delante. Veo casi con gula el futuro, la cantidad de posibilidades que hay en la música, de arreglos, armonías… Mirar para atrás me da pereza.

--Muchos de sus contemporáneos de los 80 viven del revival.

--Bueno, es totalmente lícito, son sus músicas, sus canciones, y seguramente las disfrutan. Muchos han hecho canciones maravillosas, pero no sé, yo he tirado por este callejón y me divierte más eso que mirar atrás.

--¿Piensa ya en un nuevo disco de estudio?

--Pues sí, ya hay un camino trazado. El año que viene no tocaremos porque estaremos encerrados: será un disco complicado de producción, de arreglos, con cierto coqueteo con la electrónica… Veremos qué sale. Seguramente saldrá en octubre del 2019 y la gira empezará en enero del 2020.