Fernando Savater propuso ayer un servicio de lectores voluntarios. Cualquiera que se comprometa a leer libros, dijo, recibiría la financiación del Estado. Era una de las incitaciones a la lectura que lanzó en su intervención en el congreso cacereño. Savater, que ha dedicado páginas de sus obras a glosar las emociones lectoras de su infancia, afirmó que la lectura no puede imponerse. Hay que caer en ella, como se cae en el amor, y cuando eso ocurre uno "ya no prescindirá de los libros". Recordó uno de los grandes elogios de la lectura, contenido en una carta de la escritora británica Virginia Woolf a una amiga. En ella, la autora de Al faro explica que cuando llegue el fin del mundo y Dios convoque a las gentes para que se acerquen a recoger sus recompensas, le dirá a San Pedro al verlas venir a ellas dos con sus libros bajo el brazo: "Ellas no tendrán recompensa".

"Lo más bonito, lo más único de la lectura es la extraña intimidad que se crea entre el escritor y el lector", dijo. Para Savater, el verdadero lector es un lector "idiosincrásico" que busca con cada nuevo libro que le desmienta los anteriores. No es cierto, añadió el autor de La tarea del héroe, "que se lea menos que en otras épocas, lo que pasa es que cada vez hay menos lectores exploradores". El verdadero lector, señaló, es aquel que tiene un real entusiasmo por leer lo que han leído 3 ó 4 personas, y afirmó, a modo de ejemplo, que "a mí me gustan los cuentos de fantasmas y pertenezco a una sociedad inglesa de amantes de estas historias" que permiten, dijo, acceder a una serie de obras a las que de otro modo sería muy difícil llegar.