A José Luis Cuerda, la novela de Alberto Méndez Los girasoles ciegos le pareció "hiperliteraria" cuando se la recomendó su colega Josefina Molina y "no veía fácil" su adaptación al cine. Solo lo tuvo claro cuando le llegó la propuesta formal del productor Fernando Bovaira, que le dio el visto bueno para elegir como coguionista a Rafael Azcona, amigo y compañero de fatigas, fallecido hace unos meses, y a quien, como no podría ser de otra manera, está dedicado el filme.

LIBRO Curado ya de espantos a estas alturas de su carrera, el realizador advierte al espectador que para él los libros solo son la "materia prima" de las películas, como un sueño o una historia que le han contado, y que lo que extrae a "los personajes y las situaciones, no los diálogos".

El filme se estrena este viernes y cuenta con unos intérpretes y un equipo técnico de lo mejor del cine español. Maribel Verdú, Javier Cámara, Raúl Arévalo y el niño Roger Príncep llevan el peso de esta historia de perdedores de la guerra civil.

A la adaptación del texto literario para la gran pantalla, el director lo denomina "proceso de transubstanciación", término eclesiástico muy acorde con la historia sin que Cuerda tenga intención de cargar las tintas con su anticlericalismo.