Tras 30 años sobre los escenarios de España y América, los miembros de La Zaranda celebraron ayer emocionados la decisión del Ministerio de Cultura de otorgarles el Premio Nacional de Teatro, dotado con 30.000 euros. La compañía jerezana, según el jurado, es capaz de aunar "una comprometida puesta en escena" con un texto "que entronca con la tradición del esperpento a través de un lenguaje de gran carga poética".

"Todavía no me lo creo. Me ha pillado de sorpresa, no entraba en mis planes", aseguró a la agencia Efe el director de la compañía, Francisco Sánchez, que vive con un pie en Jerez y otro en Madrid, y al que todo el mundo conoce como Paco de La Zaranda.

En su opinión, uno de los principales valores de la compañía es su apuesta decidida por el teatro de creación. "Hacemos, resumió, obras vivas en las que lo más importante es lo que sienten nuestros espectadores".

Uno de los montajes que destacó el jurado, presidido por el director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música, Félix Palomero, fue el de Futuros difuntos. La obra muestra cómo unos enfermos mentales juegan a ser los dueños de su vida, los médicos de su locura.

Eusebio Calonge, autor de los textos de la compañía, explicó que el Nacional de Teatro "tenía que llegar alguna vez". Se trata de un justo reconocimiento a una labor "honesta y humilde" cuyo único objetivo es defender un tipo de teatro y trabajar "lejos del ruido y de las estrategias mercantiles del espectáculo". La Zaranda, efectivamente, lleva a gala preservar lo esencial y desechar lo inservible. Sus montajes no tienen estereotipos y sí un lenguaje propio que invita a la reflexión.

A pesar de los agradecimientos, el fundador de la compañía tuvo también palabras que destilaron cierta amargura al confesar que La Zaranda se siente más querida en el extranjero que en España.