La mirada meditativa de Daniel Casado ha encontrado eco en otros poetas, en otros lectores, que han premiado sus libros El largo andar tan breve y El viento y las brasas . El primero ganó el certamen Ciudad de Mérida y el segundo, recientemente, el Arcipreste de Hita y aparecerá en la editorial Pre-Textos el próximo mes de mayo.

Casado, nacido en Cáceres en 1975, es un activista cultural. Si uno consulta su completa página en internet danielcasado.com podrá ver las múltiples tareas que desarrolla (como recitador, editor artesano, organizador de lecturas, articulista, crítico musical, ensayista, narrador...). "No es algo que haga por vocación sino que es una defensa de la palabra. Me gustaría reunir en la página de internet o juntarme con gente que tenga algo que decir, algo que aportar", afirma.

Está en paro desde noviembre y no tiene una ocupación fija bien remunerada. Coordina el Club de Lectura de la Biblioteca del Estado en Mérida. Diariamente camina, lee, escribe. "Escribo desde los 14 años, cuando descubrí a Walt Whitman y pasé del rock a la literatura. Luego me conmocionó García Lorca y José Angel Valente". Vallejo, Claudio Rodríguez, Eliot se sumaron a estas lecturas decisivas gracias a las cuales fue conformando esa mirada meditativa que, dice, caracteriza su poesía.

EN VERSO Y EN PROSA El viento y las brasas es un poemario de desamor compuesto en verso y prosa poética. "Representa una evolución natural en mi poesía. Yo creo que mis dos libros y otro sin publicar, Oscuro pez de fondo , forman parte de un mismo ciclo. Representan una mirada a la tradición y llevan en sí homenajes a mis maestros, a los que citaba antes. Tratan igualmente de las presencias, de los muertos, de sus obras gracias a los cuales escribimos".

También ha evolucionado como lector de poesía, explica. Estos días lee intensamente a autores iberoamericanos: Gastón Baquero, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco. Casado habla sobre el desentendimiento entre poetas que escriben en español de uno y otro lado del Atlántico. "Incluso parece que hay cierta prepotencia de quienes escriben en España respecto a los iberoamericanos".

El autor de El largo andar tan breve cree formar parte, dice, de una generación perdida en Extremadura. "En mí no hay influencias, aunque los haya leído y me gusten, de autores como Javier Rodríguez Marcos o Ada Salas, que me han precedido; pero ahora hemos surgido varios poetas que ganamos premios, publicamos fuera: parece un momento interesante. A ver qué sale".