El controvertido diseñador que presentara hace algunas temporadas a las modelos cubiertas con capuchones no ha dado la campanada este año. O sí, pero por lo comedido, tanto de sus diseños como de su puesta en escena: tan solo una pasarela de playa por la que desfilaron diseños muy marineros, colores más bien apagados, corbatas ficticias y alguna que otra soga con la misma función. Eso sí, el diseñador no cambió de musa y Bimba Bosé abrió y cerró el desfile. Previamente, Jesús del Pozo se encargó de abrir la jornada con sus líneas limpias y depuradas.

La explosión llegó por la tarde, de la mano de Amaya Arzuaga y sus faldas-balón retorcidas que acompañaban a cuerpos creados a base de capas de organza superpuestas. Un retorcido que también estuvo presente en las prendas masculinas de la creadora burgalesa, que en esta ocasión apostó por colores lisos. Tras ella, le tocó el turno a Lydia Delgado, que exhibió una colección inspirada en el periodo de entreguerras con tejidos vaporosos y donde destacaron las capelinas como complemento.

El broche de oro lo pusieron Victorio & Lucchino. En esta ocasión, los sevillanos se olvidaron de los flecos y los volantes y se centraron en prendas ligeras y ablusadas de raso. L. T.