Demi Moore no empezó con buen pie. Los fotógrafos en bloque se negaron ayer a aceptar su capricho de última hora de trasladar la sesión de fotos dentro del edificio del Kursaal en lugar del tradicional escenario al aire libre, delante del mar, pero al final tuvo que ceder ante ese plante unánime. Sin fotos, una estrella no es nada.

Moore, que estaba allí para hablar de Un plan brillante, la película que clausuró el certamen, aludió a lo difícil que es vencer la batalla del tiempo. "Mantener la perfección de la juventud es perseguir una ilusión. La belleza no es un buen medio para conseguir un objetivo final. Hay que abrazar la belleza real, la que aporta la madurez", argumentó.