A los clásicos se los maneja, se los sitúa en la época nazi o en la del franquismo, o se los recrea acercándose a cómo fueron concebidos, con detalle en el vestuario y la escenografía. Se cortan tiradas de verso y situaciones que, según los adaptadores, no tienen significado hoy. Lo importante, dicen, es mantener el sentido original.

¿Cómo tratarlos hoy para un público que sigue masivamente la última entrega de Indiana Jones , el episodio final de la cuarta temporada de House u opta por el campeonato de Europa de fútbol en lugar de una función en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres?

Docentes, directores de escena y dramaturgos han debatido en Cáceres sobre esta y otras cuestiones en el marco de un curso de verano de la Universidad de Extremadura, dirigido por el profesor Miguel Angel Lama, y que se clausuró ayer.

El director extremeño Manuel Canseco subraya una de las cuestiones claves de las adaptaciones de los clásicos. "A veces, el público nos ha dicho que durante los cinco primeros minutos de una función no se nos entendía porque íbamos a demasiada velocidad; pero la cuestión era que el oído del espectador escuchaba un idioma olvidado y que tenía que recuperar".

Sentimientos

Para Helena Pimenta, directora de La noche de San Juan , de Lope de Vega, y especialista en adaptaciones de Shakespeare, en España se heredó una forma de decir el verso rígidamente, sin tener en cuenta la comunicación real con el espectador.

De manera que una cuestión central para ella, según señala a este diario, es cómo conseguir que el texto "esté vivo" y exprese sentimientos reales, cómo lograr la conjunción entre la forma y el fondo. "La palabra tiene que convertirse en algo vivo. Hay que facilitar al máximo la comunicación".

El director Carlos Alvarez Ossorio, que presenta mañana La devoción de la cruz , de Calderón de la Barca, concede que en los textos hay palabras cuyo significado se pierde; pero es optimista sobre la futura recepción de los clásicos.

A diferencia de su generación (nació en 1973), los más jóvenes, explica Alvarez Ossorio (que no participó en el curso de la Uex), disponen hoy de mejor bagaje para adentrarse en ellos.

En ese mundo audiovisual supuestamente amenazante (el de los videojuegos, especialmente aquellos que remiten a épocas pasadas), pero también el de los juegos de rol, encuentran estructuras, tramas y conceptos que se hallan en el teatro clásico.

Respecto a la opción de ambientar los clásicos en cualquier tiempo, Canseco es claro: "Todo vale si hay inteligencia, arte y sentido. Ahora, si el texto es un pretexto será un crimen de lesa arte". Para Pimenta esta es una cuestión "relativamente importante. En muchos textos no existen las acotaciones ni delimitan el espacio, y esto te da libertad para trabajar".

¿Y los expertos universitarios? ¿Cómo reaccionan cuando un texto que conocen al detalle pasa al escenario con cortes o añadidos? Gregorio Torres Nebrera, profesor de la Universidad de Extremadura y editor de Tirso de Molina, entiende que una adaptación al espectador de hoy es necesaria. "Es lícito hacer cortes, supresiones", afirma. Pero no desvirtuar o "malversar" una obra.

Puso el ejemplo de la función de El burlador de Sevilla , de Tirso de Molina, que se ha representado en el festival. En ella se presentaba a un burlador canalla, cojo, calvo, alejado de la imagen de seductor del original. "Se hace un flaco favor al que fue el texto exportador del primer mito teatral de España", dice.

Miguel Murillo, autor extremeño, relató su experiencia de adaptador de clásicos. Recibió el encargo de realizar una versión de Antígona y escribió tres: la primera fue una "creación de autor, que me dijeron que era poética". La segunda planteaba una visión política y también fue rechaza. La tercera era la más cercana al original y fue la que se representó.

A la dramaturga Yolanda Pallín no le ha temblado el pulso al cortar o suprimir a autores como Lope de Vega. Ella es responsable de la versión de La noche de San Juan , representada este fin de semana en Cáceres.

"El nuestro es el trabajo más sospechoso, más criticado, denostado e incomprendido", dice. Pero este trabajo, explica, pasa por el rigor, por analizar las condiciones de representación. "Respeto por los clásicos, todo".