Fotografía, pintura, vídeo reflejan en la muestra Jóvenes artistas extremeños algunas de las líneas del arte realizado en Extremadura en los últimos años y que ha recibido una atención institucional mediante becas públicas.

De carácter itinerante, esta exposición, que se ha exhibido en Talavera de la Reina, Zafra y Badajoz, reúne ahora en Cáceres la obra reciente de siete creadores extremeños o residentes en Extremadura de hasta 35 años.

Esta es la segunda muestra colectiva organizada en torno a artistas becados con alguna de las ayudas Francisco de Zurbarán, de la Consejería de Cultura y Turismo, que desde su puesta en marcha en el 2000 ha asignado más de cien becas.

Opuestos en presupuestos estéticos y en materiales, los siete creadores de la exposición exploran universos personales y dialogan con la historia del arte.

Si la cacereña Abigail Narváez (1972) muestra cuatro obras de su serie Nómadas (cuatro coloristas furgonetas dispuestas para un viaje vagabundo), que remiten al cómic y la pintura hiperrealista, según señala Javier Castaño, técnico de arte, en la presentación de la exposición, Domingo Martínez (Fuente de Cantos, 1983) recurre a diversos personajes para hablar de la memoria: familiar, de infancia, de ritos como la comunión, a través de fotografías manipuladas.

Estela Fraile (Cáceres, 1981), por su parte, utiliza materiales de desecho para explorar el tema de la ciudad: puertas, hamacas y planchas de madera sobre las que ha impreso diversas imágenes urbanas.

Fernanda Ruano (Mérida, 1974) presenta la única obra en vídeo de la exposición: tres pantallas alineadas: en una, una mujer llora, en otra ríe y en la tercera se suceden sobre fondo negro palabras como mariposa, contaminación, deseo, galaxia, destino o búsqueda: un reflejo, señala Javier Castaño, de los sentimientos en el rostro humano.

"Poemas en movimiento" los califica la propia autora en un texto de introducción a sus obras.

Los dos grandes cuadros de Rorro Berjano (Don Benito, 1979) poblados de multitud de personajes (del cómic, de la religión) y símbolos remiten a cierto primitivismo, mientras que los cinco dibujos de Rafael Gómez (Irún, 1978) muestran a un "narrador que cuenta historias", en ocasiones autobiográficas. Por último, Manuel Acedo (Don Benito, 1975) aporta dibujos y collages.