Abandonada desde hace varios años, la casa natal del pintor Diego Velázquez era un espacio carne de cañón en un centro de Sevilla cada vez más cercado por la presión turística. La compra del inmueble por un grupo de particulares no hizo sino acrecentar las sospechas de que sería un espacio más caído en el olvido. Sin embargo, la sorpresa saltaba cuando los compradores anunciaban que su proyecto no pasaba por el boom inmobiliario, sino por la cultura: recuperar la vivienda para crear un centro de interpretación de la obra y los primeros años de vida de uno de los artistas más universales nacidos en Sevilla.

El proyecto surge del apasionamiento que el periodista y gestor cultural Enrique Bocanegra sintió por el pintor durante una visita escolar al Museo del Prado. Quedó en choque, y desde entonces rastreó la huella de Velázquez por cualquier ciudad o museo que pisara. Una visita a Stratford-upon-Avon para conocer la cuna de William Shakespeare le dio la idea de recuperar el espacio donde el pintor sevillano, nacido en 1599, se formó en el taller de Herrera el Viejo, aprobó el examen de Bellas Artes y creó obras tan emblemáticas como la Vieja friendo huevos (National Gallery of Scotland), El aguador de Sevilla (Wellington Museum of London), La mulata (The National Gallery of Ireland) y Los Músicos (Gernäldegalerie en Berlín) antes de partir en 1623 a Madrid para convertirse en el pintor de Felipe IV.

El objetivo es convertir los 600 metros cuadrados del inmueble, una de las pocas muestras de la arquitectura popular de la época que se conservan, en una «aventura sensorial» en la que los visitantes puedan conocer los orígenes y la trayectoria de Velázquez, «hijo de una época extraordinaria en la que Sevilla era un motor económico adonde llegaba gente de todo el mundo», explica Bocanegra. Un «hervidero de enorme efervescencia artística y cultural» en un momento en el que el manierismo al estilo de Flandes empezaba a dar paso al renovador tenebrismo italiano siguiendo la estela de Caravaggio.

El del periodista Enrique Bocanegra y sus socios es un «proyecto de temerarios», concede, para el que no han contado con ayuda económica de las instituciones, como Ministerio de Cultura, Junta de Andalucía o grandes museos, que apoyan la iniciativa aunque aún sin acuerdos concretos. «Nos liamos la manta a la cabeza comprometiendo nuestro patrimonio», convencido de que la cultura «es una apuesta que funciona aunque sea a largo plazo». En su caso, tras desembolsar 1,4 millones de euros, contaban con la baza de que el inmueble, anteriormente sede del taller de los diseñadores Vittorio & Lucchino y en manos de un banco tras la quiebra de estos, es la única vivienda que habitó el pintor que continúa en pie, tanto en Sevilla como en Madrid. «Los expertos en Velázquez han visitado el patio y aseguran que se mantiene igual que en el siglo XVII, le puedes imaginar jugando aquí y viendo cómo la luz cambiaba con las horas, y cómo esa luz cambiaba las formas», incide. «Es fácil ver a un monje de El Aguador en el pozo».

El primer paso será la reforma del edificio, con problemas en la cubierta, y su adecuación como espacio museístico, para posteriormente darle contenidos sobre el pintor y su época con paneles explicativos, proyecciones, realidad virtual… Esperan tenerlo en pie en marzo de 2019. Bocanegra confía en que sea un «caldo de cultivo relevante» que permita el diálogo con otras instituciones y tal vez la posibilidad de ver las obras originales en el sitio en el que fueron concebidas.