La nueva película de Steven Soderbergh, ¡El soplón! --presentada ayer fuera de concurso--, tiene una relevancia especial en estos tiempos de crisis, ya que la corrupción financiera también está en su ADN. Sin embargo, "no está inspirada en la crisis económica", aseguró el director. "Me interesaba la patología del personaje, no su entorno".

El personaje en cuestión, interpretado por Matt Damon, es Marc Whitacre, empresario que denunció al FBI una conspiración de la empresa agrícola en la que trabajaba para fijar precios a nivel internacional mientras se dedicaba a robar a sus jefes. Soderbergh reimagina su historia a la manera de una deliciosa comedia de errores, hija bastarda de El dilema de Michael Mann y de las farsas de Preston Sturges o las de los hermanos Coen, cuya maraña narrativa navega en el absurdo mientras medita sobre la naturaleza de la mentira.

Mientras, la competición sigue activa. La segunda película de Sri Lanka, Ahasin Wetei , es esencialmente una colección de imágenes de jeroglífica conexión entre sí. Algunos llaman eso cine experimental. Los eufemismos son amables pero poco elocuentes. ¿Tomadura de pelo? Mejor. El cine experimental es otra cosa. Jacques Rivette se ha acercado a él sistemáticamente durante sus cinco décadas de carrera. Ayer presentó a concurso, 36 vues du pic Saint Loup , poco más que pura afectación.