L a discoteca perdurará: iluminada, concurrida, móvil, útil, corruptible, pública... Y que me perdone el muy ilustre Borges por darle la vuelta a un pasaje de su espléndido texto La biblioteca de Babel.

Mark Lanegan. Gargoyle (Heavenly Records / Pias). Décimo álbum del siempre perturbador creador de Screamin Trees (actúa en Zaragoza el miércoles próximo). Y es una apuesta rotunda, escrita en comandita con Rob Marshall y Alain Johannes. De ella dice Mark que lo que más le gusta es Old Swan, la pieza que cierra el disco, porque establece distancias. ¿Cuáles? Probablemente es la más estilizada en cuanto a las influencias que maneja, algunas ya experimentadas en discos anteriores: paisajes de sintetizadores, krautrock, ritmos electrónicos... El electro-rock gótico ochentero es su punto de referencia, pero va más allá, aportando optimismo en la ardiente oscuridad e icluso algo de garbo en unas estructuras de rompe y rasga. Sin desperdicio, oiga.

Kendrick Lamar. Damn (Iterscope / Universal). Se lo puso difícil el rapero Lamar cuando editó hace un par de años el brillante, complejo y estimulante disco To Pimp A Buterfly. Pero, oye, Kendrick no es un tipo que se arrugue fácilmente. Está de vuelta con un trabajo más personal que su predecesor, musicalmente más minimalista, con una canción final (Duckworth) absolutamente brutal y las colaboraciones de Rihana y, sí, U2. Títulos cortos como disparos (salvo tres), juegos de palabras y búsquedas de una nueva piedra filosofal. Aquí, más que la exhuberacia prima el concepto.

Ray Davies. Americana (Sony Music). A sus 72 años el creador de The Kinks, uno de los grupos más singulares de la historia del pop, vuelve a dar otra lección sobre cómo escribir canciones jodidamente arrebatadoras. ¡Qué tío! Ha grabado con The Jayhawks, tras casi una década alejado de los estudios. El argumento es una suerte de ajuste de cuentas de su relación (y la de su grupo) con América. Con esa voluntad recorre voces y estilos logrando un álbum exquisito y detallista. Sin nostalgia, pero con una cita literal de The Kinks y el mismo talento que cuando la banda marcaba estilo. Un genio.

Sylvan Esso. What Now (Loma Vista / Music As Usual). Segunda entrega discográfica del dúo formado por Amelia Meath y Nicholas Sanborn. O sea, electro-pop irreverente, versátil, divertido pero sólido, gamberro pero con fundamento, variado pero brillante... Las referencias más claras se fagocitan con talento, y se oferta bailongo de lujo y también melancolía casi a capella con suave puntuación electrónica. Vital.

Omar Sosa & Seckou Keita. Transparent Water (World Village / Pias). Omar es el pianista del rito y el reto afrocubanos; Seckou, tañedor de Kora y cantante, es el sonido de Senegal. Juntos y revueltos han logrado ese agua transparante de tímbrica vibrante y sonidos claros y fluidos. Se rodean de lejanos instrumentos orientales y traen también ecos sudafricanos. Las atmósferas de rara taxonomía se combinan con los folclores, la música clásica, los pespuntes de formulación electrónica... Burbujeante.

Yasmine Handan. Al Jamilat (Crammed Discs / Karonte). Yasmine es de Beirut y formó parte de recordado dúo Soapkills. Su segundo disco en solitario traza una hermosa línea que pasa por el folk alternativo, la electrónica ambiental y las raíces árabes. Y su atractivo aumenta según transcurre el tracklist.

BirkinGainsbourg. Le symphonique (Parlophone). Vuelve Jane Birkin al cancionero de quien fue su amor y artista de cabecera. Un Gainsbourg que coqueteó en su reperotorio con la música clásica. Birkin aborda, pues, sinfónicamente, en un álbum crepuscular, un repertorio en el que destacan piezas como La chanson de Prévert, Exercice en forme de Z, L’anamour, Requien por un con, La javanaise...

Nick Cave. Lovely Creatures (BMG / Music As Usual). Versión no de luxe, de la compilación hecha por Cave de sus grabaciones con The Bad Seeds (1984-2014). Un tránsito por su excitante geografía sonora (de los ecos post-punk de From Her To Eternity a Jubilee Street o la calma que precede a la tormenta).

Ghost Number & His Tipsy Gypsies. From Dawn To Dust (Gran Sol). Delicia acústica, en el debut del grupo de David Pisabarro (voz y banjo) con un viaje gozoso por Nueva Orleans, los Apalaches, el Caribe, los Balcanes y más.