Resulta difícil de justificar la Espiga de Oro para una película como En la cama , del chileno Matías Bize, por muy experimental e independiente que la cinta pretenda ser, cuando al mismo tiempo el jurado otorga un premio especial con motivo del 50 aniversario del festival a los filmes de Michael Haneke y Lars von Trier. Sus dos películas, Caché (Escondido ) y Manderlay , eran notoriamente mejores que En la cama .

Esa es la primera apreciación que puede hacerse de los premios concedidos ayer al mediodía en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). También es cierto que galardonar hoy a los multipremiados Haneke y Von Trier puede resultar anecdótico, mientras que apostar por un nuevo realizador como Matías Bize, procedente además de una cinematografía prácticamente desconocida como es la chilena, debería proporcionar al cineasta un empujón.

El cine español se ha llevado precisamente un galardón que reconoce a los nuevos valores, el premio a los jóvenes directores que lleva el nombre de la fallecida Pilar Miró. Este año ha recaído en Daniel Cebrián por su trabajo, pulcro y a veces formalista, en Segundo asalto .

La mano de André Téchiné, uno de los miembros del jurado, se ha notado en la concesión de los dos premios para El tiempo que queda , de Fran§ois Ozon, Espiga de Plata y premio al mejor actor para su protagonista, Melvil Poupaud. La mano de Téchiné, pero también la lógica de los acontecimientos: el de Ozon, inteligente y contenido, fue otro de los buenos filmes presentados en la sección competitiva de este año, cuyo rendimiento fue bueno.