Una lluvia de pétalos blancos y claveles rojos fue el sentido homenaje que Chipiona tributó a su niña Rocío Jurado, que, tras ser velada por sus paisanos en el Santuario de la Virgen de Regla durante toda la noche del jueves, fue enterrada ayer en un panteón construido para ella en la última semana y al que también han sido trasladados los restos de sus padres. Miles de personas de toda España acompañaron a la cantante, fallecida de un cáncer de páncreas a los 61 años, en su último paseo por las calles de su ciudad natal.

Los restos mortales de la chipionera llegaron a primera hora de la noche del jueves y fueron recibidos por numerosos paisanos a la entrada de la ciudad. Ya no la dejaron sola hasta llegar, por el paseo marítimo en el que ella jugó de pequeña, al santuario de su virgen morenita .

Una cuadrilla de costaleros esperaban al coche fúnebre, sepultado por los ramos de flores y claveles sueltos que habían ido arrojando a su paso, especialmente en la plaza con el monumento que sus paisanos le dedicaron en 1996. Meciéndola --"para no despertarla", como comentaban algunos--, y al mismo paso al que procesiona la Virgen, los costaleros condujeron el féretro, cubierto con las banderas de Andalucía y España, hasta la iglesia en medio de una cerrada ovación y gritos de "Rocío, Rocío". También la familia, que llegó poco antes al santuario, fue recibida con aplausos por los dos millares de personas que, desafiando a la fría noche --"hasta el viento se ha enfadado por su muerte"--, esperaron durante horas.

UN RATO A SOLAS Muchos habían pasado antes por la capilla ardiente para dar el pésame a una hija y un viudo desconsolados. A las diez de la mañana, la familia decidió quedarse un rato a solas con Rocío antes del funeral, una misa cantada por el coro de la Virgen de la Escalera de Rota que el gentío tuvo que seguir por televisión, ya que el templo estaba casi ocupado al completo por familiares, amigos y autoridades. El obispo de Jerez, Juan del Río, lamentó que "la muerte es el peaje que se paga por vivir, y ella ha tenido que sufrir un duro peaje de dos años". "Se ha quebrado la voz de España pero ha nacido un silencio sonoro".

Tras la ceremonia, los costaleros se fueron turnando con José Ortega Cano, Amador Mohedano y Fidel Albiac para portar el féretro durante los dos kilómetros de recorrido hasta el cementerio. El momento más emotivo se vivió cuando la comitiva se desvió para que Rocío Jurado echara un último vistazo a su casa de Chipiona. El entierro se vivió en la intimidad, pero cuando la familia abandonó el camposanto en medio de gritos de ánimo y aplausos, centenares de personas tomaron el cementerio para sepultar el panteón bajo una montaña de flores.