Dustin Hoffman no es solo uno de los tres protagonistas --los otros son Will Ferrell y Emma Thompson-- de la comedia existencial Más extraño que la ficción . Es también uno de los entrevistados más afables, divertidos y generosos que un periodista puede toparse en el mundo del cine. Y es que no todos son capaces de convertir un compromiso promocional más en una inspirada reflexión acerca de la profesión de actor y de Hollywood, del arte y de la vida.

--Su personaje en esta película cree que una obra de arte es mucho más importante que una vida humana. ¿Qué opina usted?

--Planteemos una pregunta: si te encuentras en el Louvre de París, y se está incendiando, y debes decidir si rescatas la Mona Lisa o, por el contrario, salvas la vida a un lindo gatito que pasa por ahí. ¿Qué harías? Siempre he pensado que yo salvaría al gato, pero si me encontrara realmente en esa situación no sé qué haría. Con todo, diría que no soy como mi personaje, un tipo que durante casi toda la historia cree de que él salvaría la Mona Lisa.

--¿Qué le pasa exactamente?

--Siempre se comporta y actúa a partir de la mente, y ha cortado toda relación con su alma, sus emociones, aunque ello no significa que éstas no existan. Existen, pero le dan miedo, así que utiliza su intelecto a modo de defensa. Como personaje, pues, el profesor Jules Hilbert es apasionante, interesantísimo, pero espero no parecerme a él en mi vida.

--Más extraño que la ficción trata de un hombre (Will Ferrell) que averigua que su vida es escrita por una novelista (Emma Thompson) y que, por tanto, es un títere en manos de otra persona. ¿Ha sentido usted a veces que también el guión de su vida ya está escrito?

--A lo largo de mi vida he estado varias veces cerca de la muerte. En realidad, creo que ya debería estar muerto. La primera vez tenía poco más de 20 años. Sufrí quemaduras bastante graves y fui hospitalizado, y hasta el médico que me trataba pensó que iba a morir. Un día, poco después, iba por la calle y, de repente, me paré, miré al cielo y comprendí que podía morir cualquier momento. Entonces empecé a creer en Dios. Creo que es mejor que no le toquemos las narices al creador.

--Pero el protagonista trata de rebelarse contra su creador.

--Cierto. Para el hombre moderno lo más fácil es llevar un tipo de vida basado en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, y no tener el tiempo necesario para, digámoslo así, disfrutar del olor de las flores. Por eso, creo que el mensaje de la película es bonito: debes despertar y cambiar de vida antes de que sea muy tarde.

--Pero ustede puede quejarse. La vida de un actor no debe de ser precisamente aburrida?.

--Ser actor te somete a desafíos: ser otras personas, experimentar situaciones muy variadas en lugares muy distintos. En ese sentido, me siento muy afortunado. Desde muy pequeño decidí que quería ser actor. Conozco a gente de mi entorno, amigos y familiares, que todavía no saben qué hacer con sus vidas, o están mortalmente aburridos con ellas. Yo nunca me he sentido así. Bueno, en realidad sí, una vez.

--¿Qué ocurrió?

--Sufrí una crisis. De repente, hace unos seis o siete años, dejé de trabajar. Durante un par de años. Acababa de recibir un premio honorífico del American Film Institute. Lo recogí en un salón enorme, cuyas paredes estaban llenas de retratos de todos los personajes que había interpretado en mi vida, y verlos no me sentó nada bien. Me hundió. Llegué a casa, me quité el esmoquin, me metí en la cama y sentí realmente pánico. Sentí que estaba acabado, y que no había sido capaz de lograr lo que pretendía cuando empecé a trabajar en esto.

--¿Y qué pretendía?

--El caso es que no lo sé. Solo sé que, después de muchos años de negativas y rechazos, rodé El graduado y me convertí en un actor conocido.

--En un momento de la película, su personaje habla de la línea que separa la comedia de la tragedia, y expone un método para averiguar si la vida de un hombre es cómica o trágica. Defina cómo es su vida, ¿comedia o tragedia?

-Yo diría que es como Esperando a Godot , de Samuel Beckett. Puro surrealismo.