Joseph Smith tiene nombre de profeta --así se llama el líder espiritual de la iglesia mormona--, pero él, pese a haber estudiado filosofía, se niega, con ceremoniosa seriedad, a asumir la trascendencia que parece tener su primera y breve novela, El lobo (Mondadori / Amsterdam). "Mi intención es entretener", dice el autor consternado ante la posibilidad de que su novela sea leída como una fábula sobre los hábitos predatorios de los tiempos que corren. Se lea como se lea, la crítica británica ha saludado con salvas a este londinense de 29 años, cuyo libro fue una de las presas más codiciadas en la pasada feria de Fráncfort.

En poco más de 100 páginas, Smith se pone bajo la piel del lobo en primera persona para hacerse las preguntas básicas de todo buen tratado humanístico: ¿qué soy? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy? "Es cierto que mi formación tiene que ver con el estudio de la percepción y el conocimiento y esto ha impregnado el libro, pero no he querido hacer un manual de filosofía. Primero imaginé la escena final con toda su dureza y lo que hice sencillamente fue rebobinar ese relato para explicar qué es lo que había llevado hasta ese momento a esa situación"

Aunque el punto de partida poco tenga que ver con la realidad sorprende cómo Smith es capaz de recrear con minuciosidad la vida cotidiana del animal. "Yo soy un urbanita, nací y vivo en Londres, y creo que mi primer contacto real con la naturaleza fue en la Universidad de Durham, al norte de Londres. Más allá de eso, lo que quería era mostrar las reacciones viscerales del lobo como una forma de conectar con los sentimientos más primarios".