Miguel es un hombre caído, uno de esos arquetipos de las películas americanas que desde la cumbre viajan estrepitosamente a la nada. O como los caballos que se rompen una pata en plena carrera y reciben un disparo para que no sufran. Ya lo dice el título, Los caballos cojos no trotan , que el periodista y escritor Luis del Val escribió hace unos años. La obra de teatro, un monólogo protagonizado por Eloy Arenas, acompañado en directo de la violinista Andrea Szamek, se estrenó el pasado mes de enero y ahora inicia una gira por provincias que durará hasta el mes de mayo. En el Gran Teatro de Cáceres se representa el próximo sábado a las 21.30 horas.

INICIOS COMO ACTOR Desde sus inicios como actor radiofónico en Radio Madrid, Eloy Arenas no había vuelto a interpretar un papel dramático.

Conocido como cómico fundamentalmente por sus apariciones televisivas, Arenas recibió el aviso de su amigo Pedro Ruiz. Que leyera el texto de Del Val. Muy bien, potente, un tour de force para un actor, le contestó Arenas. Pero no para él, añadió. ¿Seguro?, le dijo Ruiz. Es un texto dramático, respondió Arenas. Ruiz le insistió y el actor, finalmente, se embarcó en el proyecto. Tras una lectura dramatizada, el productor Jesús Cimarro asumió la producción del montaje que se estrenó bajo la dirección del televisivo Antonio Mercero. Y Arenas se subió casi en solitario a escena para interpretar el papel de un hombre de poder al que una frustración amorosa aboca al fracaso.

Crítica social de comportamientos (cinismo, prepotencia, ambición), la obra va contando, a partir de la biografía del personaje, la historia de España reciente desde la Transición, y deja apuntes sobre la corrupción (en la construcción, en el mundo del fútbol).

"Me trató como un caballo", dice Arenas sobre el trabajo de Mercero con él, un director responsable de series de éxito (Verano azul , Farmacia de guardia ) y películas (Los pelones ). "La primera semana me dejó que hiciera lo que quería, como si me probara. Luego tomó las riendas y empezó a encauzarme".

¿Cuáles fueron sus miedos después de tanto tiempo de trabajo con el humor? "Que no fuera creíble --dice--. El miedo me duró hasta el día del estreno, a pesar de que Mercero decía que no había nada que temer".

COMPRESION DEL PERSONAJE Desde luego, su personaje no es alguien amable. "No quisiera tener yo a alguien parecido cerca de mí", afirma Arenas. Pero señala que ha intentado que el espectador llegue a comprenderlo, a apiadarse de él.

"El público se convierte en una especie de jurado de ese personaje", añade. El propio autor también expresa una mirada comprensiva hacia su criatura. "Representa la mayoría de las cosas que desprecio, pero maneja también muchas de las virtudes que admiro".

"El reto me ha permitido que la gente me vea no como alguien cómico sino como un actor", afirma Eloy Arenas, que a raíz de su trabajo en este montaje ha recibido ofertas de papeles serios para televisión y cine.