Con 50 años de carrera a sus espaldas, más de 70 películas dirigidas por los más importantes realizadores de la segunda mitad del siglo XX y una vitrina llena de premios, Jeanne Moreau (París, 1928) vuelca su experiencia estos días como presidenta del jurado del 54º festival de San Sebastián. Ya ha visto 13 de los 16 largometrajes a concurso, y si algo le ha llamado la atención del certamen es "la diversidad de culturas" de los creadores, pese a que detecta en el cine actual "cierto miedo a la originalidad" y "resistencia a los cambios".

Un actor (Bruno Ganz), un escritor (José Saramago) y cuatro directores (Isabel Coixet, Manuel Gómez Pereira, Sara Driver y Bruno Barreto) forman parte del jurado que preside esta prestigiosa actriz francesa.

Su menudo cuerpo esconde una gran fuerza interior que le ayuda a mantener viva la promesa que se hizo hace años de no aparecer decrépita en la pantalla. "No acepto la humillación" --comenta--. Cuando una mujer llega a la edad en que ya no es objeto del deseo, siempre le ofrecen papeles de la típica abuela alcohólica depresiva. "Demasiado convencional, ¿no ?".

Acostumbrada a toda clase de personajes, Moreau tiene claro que en las grandes historias debe haber "héroes y heroínas", pero, sobre todo, creatividad en el director y los actores, lo que conlleva riesgo y exigencia. El cine actual, según la protagonista de títulos como Los amantes , La noche y Campanadas a medianoche , debe afrontar sin temor el reto que le plantean las nuevas tecnologías, porque "si hay algún peligro es la resistencia al cambio".

DOS CARAS DE LA MONEDA Moreau no cree en la diferencia entre la cinematografía norteamericana y la europea. El mundo ahora no tiene fronteras y siempre, afirma, "hay dos caras de la moneda, la belleza y la mierda", a un lado y otro del océano.

Hacer y ver cine desde muy joven ha permitido a esta gran dama de la pantalla conocer muy bien el terreno que pisa y apostar por la calidad frente al espectáculo. Ante la tarea de elegir a los mejores del festival, Moreau reflexiona sobre la "tendencia" de la industria de "atender más al mercado que a la calidad". Pero su olfato le dice que "las películas de grandes efectos no funcionan siempre y poco a poco se vuelve a un cine más normal". Y afirma tajante y convencida: "La minoría siempre impone su opinión".