La Semana Santa es una de las fechas con más reclamo turístico. En cualquier lugar de la región donde pongamos la mirada encontraremos fiestas declaradas de interés turístico regional que se desarrollan en torno a procesiones y días de campo. Pero en cada localidad podemos acudir a esa cita con las vivencias más auténticas de nuestras gentes y disfrutar de unos días en esta maravillosa tierra.

Semana Santa de Cáceres

Las procesiones se desarrollan desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección y esta celebración la única de Extremadura que es Fiesta de Interés Turístico Nacional. En la ciudad de Cáceres, los actos procesionales y la fundación de cofradías aparecen reseñadas ya en el siglo XVI.

Este es el caso de la Ilustre y Real Cofradía de la Santa Cruz, aunque ya existían referencias que nos hablan de que en el siglo XIII hubo desfiles donde los penitentes portaban antorchas.

Las primeras procesiones tal como hoy se conocen aparecieron por primera vez a principios del siglo XX, en cuyas primeras décadas la Semana Santa de Cáceres recibió un gran impulso coincidiendo con la ocupación de la alcaldía por José Elías Prats. Como ocurriera en otras ciudades, a partir de los ochenta, la Semana Santa cacereña lograría un florecimiento que no ha dejado de existir hasta nuestros días, con la participación de los propios hermanos a la hora de sacar a hombros las imágenes de sus cofradías. En los últimos años se ha creado la Unión de Cofradías.

Durante esta semana la ciudad de Cáceres acoge a miles de visitantes que se acercan junto a los cacereños a contemplar una de las Semanas de Pasión más atractivas y originales de Extremadura, hecho que se da así por la coincidencia de dos factores: el religioso, con casi una docena de cofradías bien organizadas y cada vez más participación, y el histórico artístico, por realizarse muchos de los desfiles procesionales en el casco antiguo de esta bella ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.

Sin duda, a la ya belleza de las imágenes y a la organización de los desfiles, el hecho de que éstas entren y crucen por buena parte del barrio histórico de la ciudad, ofrece una confluencia de circunstancias muy especiales a la Semana Santa cacereña.

El marcado ambiente medieval que las cofradías cacereñas expresan cuando desfilan por el casco histórico de la ciudad entre adarves, murallas, iglesias, palacios y conventos tiene su máxima expresión en la procesión del Cristo Negro. El Cristo sale de la concatedral en completo silencio, para realizar su procesión de penitencia intramuros entre la enorme multitud que se congrega para verlo, recordando esta increíble escena a otras, que siglos atrás, se dieron en Semana Santa por estos mismos rincones.

Los Empalaos

La conocida como procesión de Los Empalaos tiene lugar en la madrugada del Jueves al Viernes Santo.

En los archivos parroquiales de la iglesia de Santa María de las Fuentes Claras de Valverde de la Vera existe documentación que nos habla de la existencia de la Cofradía de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, a la que se agregan la de la Vera Cruz, denominada posteriormente como la de Los Empalaos, remontándose estos datos a finales del siglo XVI.

La antigua cofradía ya mencionada tenía entre sus actos de penitencia aquellos de claro signo disciplinario, que los realizaban los denominados Hermanos de Disciplina, que con el paso del tiempo pasarían a llamarse Empalaos. Ya en esta documentación se nombra también la figura del Hermano de la Luz, que acompañaba al penitente recorriendo las calles de la población en la madrugada del Jueves al Viernes Santo. Estos Hermanos de Luz son conocidos en la actualidad como Cirineos.

El Empalao era siempre en esta centuria y posteriores un hombre que, por promesa o mandá , realizaba el acto penitenciario durante la procesión.

Semana Santa en Mérida

Desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección. Ya a finales de la Edad Media, en la ciudad se realizaban oficios religiosos y pasionales en Semana Santa, como así figura en diversas fuentes escritas en referencia a la Cofradía Clerical del Cristo de la O.

Los siglos XVI y XVII traen consigo la aparición de nuevas cofradías disciplinantes y penitenciales, como la procesión del Descendimiento hacia 1659, cuya hermandad es la decana de las existentes. El siglo XX supuso en su último cuarto un resurgimiento general de los actos procesionales, de las hermandades y de las cofradías, que ven cómo los propios hermanos realizan las labores de costaleros en sus propios pasos, coincidiendo con la constitución de la Junta de Cofradías, pilar básico en la buena organización de los actos procesionales emeritenses.

Son muchas las hermandades que eligen itinerarios urbanos por donde llevar sus imágenes cerca de los muchos vestigios de época romana que la antigua Emérita Augusta tiene conservados magníficamente, y así llama la atención el paso por el Templo de Diana, o el traer desde la otra orilla del río las imágenes y pasos de algunas cofradías, que cruzan el histórico puente romano sobre el Guadiana, para realizar la carrera oficial, o bien asistir de madrugada al Vía Crucis, que se realiza en silencio absoluto hasta el anfiteatro romano, entre antorchas encendidas que iluminan las calles de la ciudad.

La estrechez de algunos rincones típicos son buscados por los miles de visitantes para disfrutar contemplando el paso de los trabajos que realizaron siglos pasados y en décadas recientes un buen número de imagineros de renombre, y que se han cuidado y conservado en las iglesias y conventos de la ciudad.

Semana Santa de Badajoz

Desde el Domingo de Ramos al de Resurrección.

Ya en el siglo XVI se cita y reconoce la existencia de la entonces denominada Semana Mayor de Badajoz, que fue creciendo en número de cofradías siglo a siglo, contando en la actualidad como legado de aquellas centurias, algunas surgidas en el siglo XVII, y que desde entonces no han dejado de realizar desfiles procesionales.

Pontificias, reales, históricas o de creación reciente, las cofradías pacenses fundadas por antiguos gremios, o nacidas en torno a nuevas parroquias de barrios de la capital, han ido incrementando el número de hermanos, que acompañan penitencialmente a sus históricas imágenes, cuidadas durante años en los numerosos conventos e iglesias que intramuros siempre tuvo esta capital.

El trabajo permanente de las cofradías en décadas anteriores y la incorporación como costaleros de los propios hermanos, ha hecho resurgir la Semana Santa pacense, donde no faltan tallas e imágenes de un valor histórico artístico indudable, obras maestras salidas de las manos de imagineros de gran renombre.

Las hermandades toman la carrera oficial y pasan por la catedral, sin duda uno de los momentos más importantes del recorrido procesional para la más de una veintena de cofradías que tiene la ciudad actualmente. Son muchos los bellos rincones pacenses del barrio histórico o de la conocida plaza de la Soledad, donde las imágenes, en el silencio de la noche, cobran una belleza estética especial, a la que se suman los solemnes momentos religiosos.

Las madrugadas del Miércoles al Jueves Santo, y de este al Viernes de Pasión, tienen como protagonistas a varias cofradías penitenciales, que son esperadas con devoción y respeto en silencio, donde no faltan las saetas cantadas desde balcones o a pie de calle por hombres y mujeres que expresan y oran, de esta forma peculiar, su veneración hacia Cristo o a la Virgen María.

La tarde del jueves ve en procesión a la patrona de Badajoz, la Virgen de la Soledad, talla llegada desde Nápoles en el siglo XVII.

Semana Santa de Jerez

Desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección.

Si bien esta población al sur de Extremadura tiene una cofradía originaria del siglo XVI, caso de la Real y Pontificia Cofradía de Santo Domingo de Guzmán y Nuestra Señora del Rosario, constituida en el año 1513 primeramente como asociación mariana, es en los siglos XVIII y, sobre todo, en el XIX, cuando la mayoría de las cofradías se renuevan, conservándose de esta fecha una documentación importante, que hace referencia a la aprobación de sus reglas y normas.

Las últimas décadas del siglo XX han traído a la Semana Santa de Jerez de los Caballeros un empuje vital gracias a la colaboración de los costaleros viéndose aumentado el número de cofrades, que acompañan a sus titulares los días del desfile procesional por las calles jerezanas.

La Semana Santa jerezana comienza el Domingo de Ramos. Este día, y desde la iglesia Santa Catalina, hace su aparición procesional la Real y Pontificia Cofradía de Santo Domingo de Guzmán y María Santísima del Rosario, conocida popularmente como la Borriquita.

Tras una semana de procesiones intensas, las celebraciones culminan la mañana del Domingo de Resurrección, cuando desde la parroquia de Santa Catalina, el Cristo Resucitado y María Santísima del Rosario, caminan hacia el denominado Santo Encuentro, junto a la llamada Fuente de los Santos.

Música, fervor popular, respeto de los asistentes y belleza plástica sobre las estrechas calles jerezanas, son los ingredientes de estas demostraciones religiosas, que durante esta semana atraen a miles de visitantes a la localidad pacense, con uno de los conjuntos históricos-artísticos más bellos de Extremadura.

Pasión viviente en Oliva

Se celebra el Jueves y Viernes Santo.

Desde mediados de la década de los sesenta, en Oliva de la Frontera y por iniciativa de la parroquia y un grupo de jóvenes y adultos de la población, se realizan en fechas cercanas a la Semana Santa la puesta en escena de la Pasión Viviente, con guiones y montajes en los que participan un buen número de vecinos de Oliva.

Año tras año, la representación fue adquiriendo mayor relevancia, utilizándose como escenarios históricos las propias plazas, calles y rincones típicos de la población, que de esta manera cobran en los días centrales de su Semana Santa, un especial ambiente religioso en el cual participan más de trescientos actores.

Muchas horas de ensayo y trabajo culminan el Jueves y el Viernes con la Pasión Viviente, que comienza a las diez de la noche a las puertas de la iglesia parroquial de San Marcos Evangelista, donde se desarrolla la primera escena que recoge la Santa Cena.

Posteriormente, los actores se desplazan por el cercano paseo de las Palmeras, que les lleva hasta la fuente de la plaza de España convertida en Huerto de los Olivos, donde tiene lugar, entre antorchas encendidas, el prendimiento de Jesús, que es amarrado y conducido hasta el Sanedrín, situado en la explanada de la plaza del Ayuntamiento.

Ante la presencia de Anás y Caifás, se desarrolla el histórico proceso religioso a Cristo, que termina con su condenación e ingreso en prisión entre agresiones de los soldados que le conducen y las históricas negociaciones de su discípulo Pedro.

La representación es interrumpida hasta las doce de la mañana del Viernes Santo, para contemplar cómo Jesús es conducido ante Pilatos, situado en su pretorio, que no es otro que las escalinatas de la iglesia parroquial, decorada con columnas y frontón.

La representación termina en el atrio del santuario con la crucifixión de Jesús y su posterior descendimiento de la cruz, para ser conducido al sepulcro, situado en la puerta de este bello e impresionante santuario.