A principios del 2005, Elisa González (Madrid, 1978) empezó a fotografiar a su abuela. La anciana padecía Alzheimer. "Vivía con ella desde hacía muchos años, cuando ella aún estaba bien, y nos entendíamos muy bien. Yo la adoraba, hacíamos muchas cosas juntas y siempre me apoyaba en mis decisiones", cuenta la fotógrafa madrileña. Hasta el 3 de agosto del 2007, en que su abuela murió, se adentró en la enfermedad y la captó con la cámara.

Esa experiencia de más de dos años fue galardonada con el último premio FotoPres, el de la convocatoria del 2007, el más importante de fotoperiodismo de España, que se expone estos días en el Museo Etnográfico de Don Benito.

Junto a la obra de Elisa González figura la de los otros dos premiados, Pep Bonet, por un trabajo sobre niños mutilados por la guerra de Sierra Leona, y Lorena Ros, que se adentra en los abusos sexuales a menores a partir del retrato de víctimas, ya adultas.

CONVOCATORIA Estos tres proyectos se completan con los de seis fotógrafos becados por la Fundación la Caixa, organizadora del premio. El conjunto de 113 imágenes "plantea una mirada personal y distinta de la acostumbrada habitualmente en la prensa y que va más lejos de la noticia de actualidad", afirma Josep Rigol, comisario de la exposición.

Desde la primera convocatoria del FotoPres en 1983, el premio se convirtió en un referente del periodismo social, como reflejan los trabajos ganadores en la última edición y los becados a proyectos personales: Fernando Maquieira recorrió la ruta 40, que bordea la cordillera de los Andes por la vertiente argentina. Antonio M. Xoubanova documentó los efectos humanos y físicos del soterramiento de la carretera de circunvalación de Madrid, la M30. Marta Soul retrató a mujeres bien vestidas, bien peinadas. Nada indica a primera vista que se trata de inmigrantes. Paola de Grenet captó a la población albina del pueblo argentino de Aicuña. Salvi Vivancos fotografió los restos de una multitudinaria concentración de ecuatorianos en la provincia de Murcia. Y Jorquera recrea el universo chino a partir de imágenes enigmáticas.

Elisa González estudió Química. "Al parecer tenía más futuro y mira como estoy ahora", dice después de tomar finalmente la decisión de ser fotógrafa.

"Pero creo que la Ingeniería química me sirvió mucho, me amuebló la cabeza, me dio disciplina, y sobre todo muy buenos amigos".

¿Cómo abordó el trabajo con alguien que padecía Alzheimer? "A partir del momento en que se puso enferma nuestro código de comunicación cambió, pero nuestra cercanía seguía siendo la misma. Esto me ayudó mucho a afrontar mi trabajo, porque sabía que ella siempre me había apoyado, sabía todo lo que la quería. Trabajé con ella día a día, evolucioné mientras su enfermedad iba avanzando. El trabajo se completaba al mismo ritmo que su vida terminaba. Fue muy duro pero muy gratificante a la vez. Pasé muchísimo tiempo con ella, aprendí a cuidarla y a entenderla aunque no pudiera comunicarse como cualquier persona sana, vivía con ella y con mis padres y hermanos. Mi madre es médico y la atendía en casa. Fotografié todos los momentos de su día a día, y mis sentimientos cambiaban mucho, había días más tristes y días que nos reíamos mucho".

En la serie premiada con el FotoPres, puede contemplarse a la anciana en retratos, mientras descansa, mientras la asean, mientras duerme...; pero también las habitaciones en las que vive.

TESTIMONIO DE AMOR "Es un testimonio de unos hechos, pero también de amor", dice Josep Rigol. ¿Y cómo afrontar un trabajo que implicaba tal cercanía emocional? "Con mucha sinceridad conmigo misma y con mi familia --explica la fotógrafa--, con mucho respeto hacia mi abuela, sobre todo en la elección de las fotos finales que componen el trabajo. Esto fue lo más difícil de todo, tuve que evaluar cuáles imágenes eran necesarias y cuáles no, descartar las que pudieran conllevar una pérdida de la dignidad de mi abuela, aunque fueran fotos muy potentes visualmente".

Este es el proyecto más importante de la breve carrera de Elisa González, que ha hecho otros reportajes como una boda gitana o una escuela de baile en Manila. Su próximo trabajo, Detrás del cristal , de fotografía abstracta, se inaugura el próximo mes de mayo en la galería Tolmo de Toledo.

Para ella, "la fotografía es subjetiva, un modo de mirar y de sentir las cosas que nos suceden, y de percibir lo que fotografiamos. Supongo que en el trabajo de mi abuela se puede intuir mi amor por ella, la tristeza, su soledad, a través de mis ojos".