En 1982, la Tate Gallery de Londres compró una escultura llamada Equivalent VIII, de Carl Andre, un artista minimalista estadounidense. Obra de 1966, estaba compuesta por ciento veinte ladrillos refractarios que, unidos según las instrucciones del artista, formaban un rectángulo de dos ladrillos de altura. Cuando la Tate la exhibió a mediados de la década de 1970, suscitó cierta polémica.

Este es el primer párrafo de la introducción de ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos, de Will Gompertz, jefe de arte de la BBC. Las revistas especializadas escribieron que los de la Tate estaban locos, que cómo gastaban dinero público en eso. Años después, la Tate compró una fila de personas: no a las personas, claro está, que es ilegal, sino unas instrucciones para que un grupo de gente hiciera una fila. Habían pasado tres décadas y nadie dijo nada. ¿Qué había ocurrido? Algo, dice Gompertz, tiene que ver el dinero en todo esto. Explotó el boom, surgieron propuestas y hasta Sir Nicholas Serota, el jefe de la Tate, le confesó un día que no sabía qué decir cuando entra en el estudio de un artista nuevo y ve una obra terminada: «Intimida».

Hace mucho tiempo, en Facebook, a alguien se le ocurrió colgar una imagen del cuadro Red and orange, de Mark Rothko. La primera frase de respuesta es: «Eso lo hace mi sobrino de tres años». Esta suele ser la actitud de muchos legos. Los demás nos dejamos arrastrar, preguntamos a los artistas, leemos revistas y artículos, seguimos sin enterarnos de demasiado y tampoco nos importa, porque el placer estético es mayor cuando comprendes códigos y mecanismos, sí, pero no deja de existir porque uno no los entienda.

En Extremadura ha habido varias propuestas que han intentado acercar el arte a los ciudadanos. A estas alturas de ejercicio de la profesión, creo que los ciudadanos que se acercan son los que ya están medianamente convencidos. Son quienes se apuntan a talleres, por ejemplo, para aprender a hacer películas con el móvil, como ha hecho Fernando Llanos o quienes quieren construir pancartas para manifestarse a favor de un lujo al alcance de todos, como imparte Dionisio Cañas, que es poeta y ha enseñado en Yale y en Nueva York. Pero a veces ocurre que pasaban por allí. Estaban en la plaza o en la calle.

Llanos y Cañas son dos de los artistas (uno, mexicano; otro de Tomelloso, en Ciudad Real) que, junto a 23 más, van a participar en Cáceres Abierto. La cita nace del mismo concepto que Madrid Abierto, que comisarió durante años Jorge Díez, gestor cultural, experto en arte público (es decir, arte accesible a todos: ponemos desde murales hasta grafitis o esculturas —ejem: algunas de las aberraciones de nuestras rotondas no son arte—) y que ha contado con otro comisario local, Julio Vázquez. Julio Vázquez preside ahora la Asociación de Artistas Visuales y Asociados de Extremadura, que se creó recientemente. Quiere servir como interlocutor con la administración. Y también con la sociedad y con el resto de los artistas. Por ejemplo, en Cáceres Abierto se va a hablar de buenas prácticas en el sector. ¿Cuáles serían esas buenas prácticas? Que las obras vayan con seguro contratado, por ejemplo. Que una sala esté bien iluminada (he visto exposiciones sucísimas hasta en el Reina Sofía: una exposición sucia es una exposición que no se ve bien: imaginemos: una foto con una cristal brillante delante y una luz que crea reflejos: así vi yo la de Edward Steichen: un viaje a Madrid para acabar comprándome el catálogo, porque la muestra en sí fue poco menos que invisible). También pretenden crear conciencia del valor económico del artista, que es algo de lo que se hablará también en este Cáceres Abierto. Uno crea obras, las vende, vive de ellas. Si uno es joven, ocurre que no suelen tomarle demasiado en serio.

Hay un grupo de artistas nacidos alrededor de 1970 con los que Jorge Díez lleva trabajando ya desde hace varios años y que también estarán en Cáceres Abierto: Democracia, Fernando Sánchez Castillo, Diana Larrea, Cristina Lucas y Juan López. Gustavo Romano, que hará una intervención sobre el tiempo (¿nos da tiempo a todo? ¿perdemos el tiempo? ¿cuál es nuestra relación con el tiempo?), también fue el comisario de la exposición que conmemoró los 25 años del MEIAC de Badajoz. Andrés Talavero hablará sobre su obra, se podrá ver el film Matria, de Fernando Llanos; se ofrecerán itinerarios turísticos alternativos en Cáceres (los han creado el fotógrafo Tete Alejandre, el inclasificable José Luis Forte —lo mismo canta en un grupo punk que escribe textos de cine o guioniza cómics— o el dibujante Fermín Solís, entre otros. Isabel León hará una acción simultánea en varios puntos de la ciudad. Se abordará, desde el arte, la situación de los refugiados. Y en el Vostell, el domingo por la mañana, se inaugurará la muestra Sinergias. Incluir aquí todos los espacios en los que se desarrollará este fin de semana Cáceres Abierto sería imposible, así que busquen en internet la información. O salgan a la calle.